Roma (Italia). En la solemnidad  de la Bienaventurada Virgen María asunta al cielo, el Concilio Vaticano II enseña a mirar con amor a Ella que “brilla como signo de segura esperanza y de consolación para el Pueblo de Dios en camino (Lumen gentium 68)» y para alimentar  la propia esperanza y la de niños/as, adolescentes y jóvenes. El Santo Padre Francisco, en el Angelus del 15 de Agosto de 2020, invitaba a la alabanza y a la esperanza realizadas en María: “En María la meta está conseguida y nosotros tenemos ante los ojos el motivo por el cual caminamos [..]Y Nuestra Señora es la estrella que nos guía. Ella fue la primera”.

La Venerable Madre Laura Meozzi tenía en su alma un amor profundamente enraizado en la Virgen, y aprovechaba toda ocasión para exhortar a sus hijas espirituales a confiarse en Ella, a honrarla en particular en la proximidad al mes de mayo, de octubre, de la novena de la Inmaculada y de otras fiestas marianas, como la Asunción. En sus cartas se hallan expresiones particularmente significativas:

“Brava, haz todo lo que puedas para honrar a la santa Madre celeste: ofrécele tus penas y, cuando las tengas – son inevitables en la vida – ves a los pies de María y te sentirás consolada”.

“Encomiéndate a la Virgen, mucho, dile que te ponga bajo su manto y te enseñe a vivir como ella vivió, siempre en armonía con todos, porque era buena, generosa, mortificada”.

La verdadera devoción a María, inculcada por Madre Laura, consistía en la imitación de las virtudes de la Virgen y en el encender en los corazones de las jóvenes y de los jóvenes, por contagio, el amor filial a Ella.

“Sé que amas mucho a Jesús y a María Auxiliadora. Ahora nos acercamos a la novena de la Inmaculada. Prepárate a estar con muchísimo fervor en la observancia de la Regla, especialmente en los puntos que te cuestan más: con una plegaria ferviente hecha con fe viva. Con esperanza fuerte y con caridad ardiente”.

“Ánimo, amada mía, siempre adelante con confianza. María Auxiliadora sea tu Maestra, Madre, Consoladora y Protectora. Ámala con todo el corazón y con toda el alma, para que pueda irradiar este amor también sobre tus alumnas”.

En una carta a todas las Comunidades de Polonia, en el mes de mayo, escribe:

“Necesitamos honrar a María, amarla como nunca la hemos amado, hace falta poner fuego en nuestro corazón para calentar también el de los otros, trabajar con celo y ardor por la salvación de las almas”.

Una hermana  polaca  revela el grado de intimidad filial que había entre Madre Laura Meozzi y Nuestra Señora, y las gracias particulares de Ella recibidas:

“Era un alma toda de María. Cuando en el 1933 estaba en peligro de muerte, consolaba a las hermanas con que no moriría porque no había visto aún a la Virgen. Tenía la seguridad de que cuarenta días antes de su muerte habría visto a la Virgen y estaba convencida de que esto sería verificado. En su última enfermedad varias veces había dicho que veía a una Bella Señora con un Niño en brazos que jugaba con las rosas. Lo dijo también en presencia de las hermanas después de haber recibido la Extremaunción. Las hizo arrodillar a todas, diciendo que la Señora las bendecía. A la pregunta de la Inspectora de cómo iba vestida la Virgen respondió que no lo sabía, porque miraba sólo a sus ojos resplandecientes como el sol”. (De la Positio super virtutibus de Madre Laura Meozzi).

Como Hijas de María Auxiliadora estamos llamadas a orientar a los/las jóvenes hacia el Señor resucitado y a su Madre y a tener “una mirada de esperanza que es el camino para ir más allá de las previsiones provisionales y parciales de las que vivimos” (Actas del CG XXIV,13).

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