Roma (Italia). “El Señor nos está haciendo vivir esta cuaresma del año 2020 de un modo muy particular, de un modo que nadie podía pensar o imaginar y que de verdad requiere cada día en cada uno de nosotros un decidido cambio de estilo y de modo de vida”.

Con estas palabras el Card. João Braz De Aviz, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, se dirige a Consagrados y Consagradas en una Carta escrita sobre la Cuaresma en tiempo de Coronavirus que está firmada también por el Secretario Mons. José Rodríguez Carballo.

Se nos invita a vivir el tiempo fuerte de la fe y a ser testimonios auténticos: el “más eficaz testimonio” para los Consagrados/as es el respeto de las medidas restrictivas que “nos piden los que nos gobiernan, sea a nivel estatal o eclesial, en todo lo que nos exige la salvaguardia de nuestra salud, como ciudadanos privados y como comunidad”.
“Oración, sacrificio, penitencia, ayuno y caridad”, son las armas para obtener del Corazón eucarístico de Jesús la gracia de parar el contagio del coronavirus.
Es un “deber de caridad y de reconocimiento” asegurar la oración “incesante” y el ofrecimiento de nuestros “sacrificios” por las Autoridades, los Gobernantes, médicos y trabajadores sanitarios, los voluntarios de la Protección civil y las Fuerzas armadas, “todos” los que ofrecen su trabajo precioso por esta calamidad.

“Como en cada época de la historia pasada y reciente, compartimos los sufrimientos, las ansias, los miedos, pero con la confianza de que la respuesta del Señor no tardará en llegar y pronto podremos cantar un solemne Te Deum de agradecimiento”.

Como conclusión, la petición del Prefecto de confiarnos a la Señora del Divino Amor en sintonía con el Papa Francisco que confía la ciudad de Roma, Italia y el mundo a la protección de la Madre de Dios como signo de salvación y de esperanza”.

Oh, María, nosotros nos confiamos a ti.

“Oh María tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.
Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que en la cruz te asociaste al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación del pueblo romano, sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros de que procurarás para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba. Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos al querer del Padre y a hacer lo que nos diga Jesús, que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y se ha cargado con nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección. Amen.” (Papa Francisco).

El texto íntegro de la Carta en las distintas lenguas se encuentra en el Sitio Web de la Congregación para los Institutos de Vida Consacrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

 

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