Roma (Italia). El 30 de julio ha sido declarado Jornada Mundial de la dignidad por las víctimas de la trata de seres humanos, con la resolución 68/192 de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2013.

La llamada a la dignidad de las víctimas propone lo que el Papa Francisco ya expresó con los cuatro verbos – acoger, proteger, promover e integrar – para favorecer el sentido de la acogida de migrantes y refugiados en su proceso de emancipación y de voluntad de reconstruir la vida con un proyecto de futuro.

Es una jornada para renovar el compromiso de la defensa de los derechos de los más vulnerables, conociendo la situación de las personas traficadas y haciéndola conocer en las comunidades educativas, promoviendo y protegiendo los derechos de las muchas víctimas de la trata, desvelando las conciencias y atrayendo la atención sobre un problema actual en cualquier sociedad. Nelson Mandela afirma “Sabemos bien qué hay que hacer: todo lo que falta y la voluntad de hacerlo”. El Papa Francisco, en su discurso a los participantes en la IV Jornada mundial de plegaria y de reflexión contra la trata de personas (12 de febrero de 2018), recuerda que hay que comprometerse en primera persona: “Por mi parte…no he perdido nunca la ocasión de denunciar abiertamente la trata como un crimen contra la humanidad.”

La trata de personas es un delito grave porque viola los derechos humanos. Por esta razón no nos deja indiferentes: “La que más veces he llamado “la cultura del descarte” está en la base de comportamientos que, en el mercado y en el mundo globalizado, llevan a la explotación de los seres humanos, a todos los niveles.” (P. Francisco).

La Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el crimen (UNODC), en el protocolo “Prevenir, reprimir y castigar la trata de personas”, en el art. 3(a) describe así la trata de personas: “Es el reclutamiento, el transporte, el alojamiento o la recepción de personas, a través de la amenaza de recurso al uso de la fuerza u otras formas de coerción, por secuestro, fraude, engaño, abuso de autoridad o situación de vulnerabilidad, mediante la oferta o la aceptación de pagos o beneficios, con el fin de obtener el consentimiento de una persona que tiene autoridad sobre otra para fines de explotación. Esta explotación incluye el trabajo forzado o los servicios forzados, la esclavitud y las prácticas similares a la esclavitud, todas las formas de explotación sexual y la eliminación de órganos.”

Actualmente ha estimado la UNODC en diversos millones el número de mujeres y hombres, con frecuencia también menores, vendidos con fines de lucro en el mundo. Los niños representan una tercera parte de las víctimas de la trata de seres humanos en todo el mundo. Las mujeres y las niñas representan el 79% del tráfico mundial. Casi 21 millones de personas son víctimas de trabajos forzados en todo el mundo (ILO). Cada año millares de hombres, mujeres y niños caen en los manos de los traficantes en la patria y en el exterior. Todos los Países son golpeados por la trata de seres humanos, ya sea como lugares de origen o bien de tránsito o destino de las víctimas. La Agenda 2030 para el Desarrollo sostenible procura erradicar el trabajo forzado y poner fin a la esclavitud moderna y a la trata de seres humanos. Los objetivos del Desarrollo sostenible apuntan también a la prohibición y a la eliminación del trabajo de menores en todas sus formas.

El Papa hace una llamada a todos, especialmente a los jóvenes: “Los adultos, padres y educadores….son llamados al deber de supervisar y proteger a los chiquillos. Vosotros debéis hacer lo mismo con vuestros parientes y compañeros, percibir y señalar vulnerabilidades particulares, casos sospechosos sobre los cuales se debe hacer luz.” Todos, ninguno está excluido en el compromiso por esta causa, añade aún el papa Francisco, subrayando la resiliencia de quien ha sufrido y ha encontrado un camino nuevo, un compromiso para la vida: “Todos los que han sido víctimas de trata son fuente inagotable de apoyo para las nuevas víctimas e importantísimos recursos informativas para salvar a muchos otros jóvenes.”

Esta jornada es un reto para aprender – como Comunidades Educativas – a trabajar con tantas otras personas e Instituciones a fin de ser, juntos, “red de salvación” para muchos.

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