Roma (Italia). En la apertura de la Circular n° 1028, la Madre General del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, Sor Chiara Cazzuola, agradece a todas las FMA y a las Comunidades Educativas “por su cordial y afectuosa participación” en la Fiesta de la Gratitud celebrada el 26 de abril de 2023 en Bogotá, en Colombia, y a las Inspectoras colombianas “por la comunión y el compartir en el que han podido involucrar a sus Inspectorías”.

Después se detiene en el retiro mensual y en los ejercicios espirituales anuales como “momentos de particular renovación interior”, que “Don Bosco consideró de gran importancia para un relanzamiento en el camino de la santidad”.

Los ejercicios espirituales como itinerario de conversión

En primer lugar, Madre Chiara define el término “ejercicios espirituales”, nacido del ascetismo católico, que en su sentido general indica “el conjunto de prácticas de devoción” y en su particular “denota la costumbre de retirarse de las ocupaciones ordinarias para concentrarse en la propia vida espiritual y renovarse en fervor”.

El adjetivo “espiritual”, explica la Madre, se refiere al principal protagonista y guía, que “es y sigue siendo siempre el Espíritu Santo”. De ahí el objetivo de los ejercicios espirituales: “estar con el Señor, permanecer en él, recuperando la propia identidad de llamadas y de misionera; crecer en el sublime conocimiento de Jesús que se da en el encuentro con Él y por obra del Espíritu Santo”.

Describe los ejercicios espirituales como “un tiempo privilegiado para vivir una experiencia más intensa de la gracia”, en la que dejar que el Señor “actue libremente” en cada una; como la oportunidad de vivir la experiencia de los discípulos de Emaús al “contar a Jesús las experiencias de vida personal, comunitaria, apostólica”, y de escuchar la explicación del sentido, para abrir, como ellos, los ojos a la esperanza y a la alegría y ofrecerlos “con renovado impulso de amor a la comunidad y a los jóvenes”.

Recordando los Reglamentos y las fuentes carismáticas, subraya el don de la gracia ofrecido por el Instituto FMA del pasado “para un relanzamiento en el camino de la santidad, para preguntarnos si Jesús es realmente el primer y único amor, como nos comprometimos cuando profesamos nuestros votos”. Y también, como aconsejaba Madre Mazzarello, “para reavivar el fuego”, sacudiendo las cenizas y echando leña (cf. Carta 27).

El retiro mensual: una recuperación en el camino de la santidad

Otro momento privilegiado de relanzamiento en el camino de la santidad es el retiro mensual que se realizará, como indican los Reglamentos, “medio día cada mes y día completo cada trimestre”, con un “configuración análoga a la de los ejercicios espirituales, creando las mismas condiciones de silencio y recogimiento”.

El estilo y las modalidades se pueden extraer directamente del ejemplo de Jesús que, “cuanto más se sumerge en las necesidades de la gente, más siente la necesidad de ‘descansar’ en la comunión trinitaria”, que busca espacios desérticos, donde se retira en el silencio y sobre todo en la oración, “lugar donde se percibe que todo viene de Dios y vuelve a Él, y por eso nos ayuda a redescubrir la justa dimensión de nosotras mismas, en nuestra relación con el Padre, con el prójimo y con toda la creación “.

La mística del cotidiano

Un tercer aspecto que nutre la vida espiritual es la unificación de la vida en Dios donde, a pesar del intenso trabajo apostólico y en todo lo que se va viviendo, no falta el pensamiento vuelto a Dios, que da a la acción la motivación y la fuerza necesarias.

Es la “gracia de la unidad” propuesta por Don Bosco y recomendada igualmente por Madre Mazzarello a las hermanas: «Mantened en cuanto podáis el espíritu de unión con Dios, estad continuamente en su presencia» (L 23, 3).

Madre Chiara destaca la importancia de cultivar la unidad interior en la vida cotidiana, para evitar vivir la respuesta a la propia vocación de manera fragmentaria y superficial y también para contribuir a enriquecer la espiritualidad salesiana:

Los ejercicios espirituales anuales, el retiro mensual, como la meditación diaria, son etapas de un camino de progresiva unificación interior que se realiza todos los días. Somos herederas de una espiritualidad sólida y exigente, fascinante y desafiante que ha formado santos y santas y que nos es dada para enriquecerla hoy con nuestra aportación personal y comunitaria”.

Al final de la Circular, la Madre confía a María, en el mes dedicado a ella, “todo deseo de bien, de renovación interior y de disponibilidad total a la voz del Espíritu Santo” y desea que “la Solemnidad de María Auxiliadora y Pentecostés marchen una profunda experiencia de comunión en la oración incesante por nosotras, por los jóvenes, por las familias y por el mundo, en la petición confiada del don de la paz y de aquellas gracias que todos necesitamos”.

Circular n° 1028

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