Roma (Italia). La Madre General del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, Sor Chiara Cazzuola, en la Circular nº 1023 recuerda la invitación del Capítulo General XXIV a considerar la formación enraizada en la experiencia cotidiana (cfr Actas CG XXIV, n. 35 I) y se centra en reflexionar particularmente sobre la conferencia semanal, indicada en el artículo 124 de los Reglamentos de las Constituciones de las FMA.

La Madre especifica que “en el lenguaje actual es más fácil hablar de encuentro comunitario que de conferencia, término usado por don Bosco   cuando las Constituciones eran manuscritas” y que es una práctica a la que Madre Mazzarello en seguida se mostró fiel.

Por lo tanto, aclara el término conferencia, refiriéndose no tanto al contenido como al sentido del encuentro, con el significado de “diálogo, comparación, intercambio entre miembros que tienen una identidad específica y están llamados a ofrecer su original contribución en vistas a caminos compartidos y a líneas operativas comunes”. Se trata por tanto de una experiencia a revitalizar y hacer incisiva, como oportunidad formativa que puede transformar gradualmente la vida personal y comunitaria, para dar nuevo impulso apostólico y misionero:

“Será la actitud de cada una y la sabiduría de quien anima la comunidad la que haga de la cita semanal un ejercicio de sinodalidad, tal como sucedía en Mornese”.

A la escucha de las fuentes escritas y de la tradición salesiana

Madre Chiara recurre a las fuentes para recordar que la conferencia semanal ya se consideraba “una oportunidad importante para la formación ordinaria”  y que  en la vida y el crecimiento de las personas, las relaciones y la vida cotidiana se consideraban dos valores fundamentales.

De la Cronohistoria se extrae el relato de la primera conferencia, que “toca la vida, mueve la mente y el corazón” de las presentes, las cuales sienten que Madre Mazzarello habla “como inspirada, como una santa” (CronII, 11), con palabras que implican participación, suscitan consideración y renovación interior.

De aquí emerge también el estilo familiar, simple y directo de Madre Mazzarello, que no conocía el término sinodalidad, pero en la relación con las hermanas vivía el significado del mismo; las implicaba en un camino juntas y favorecía la confianza recíproca, poniendo a las personas en condición de poder dar y recibir, de modo que cada una pudiese “expresar la fecundidad del carisma y sentirse personalmente implicada en la misión confiada a todas” (cf Nei Solchi dell’Alleanza. Progetto formativo delle Figlie di Maria Ausiliatrice, 131), aspecto también recordado en el art. 35 de las Constituciones.

Actualidad y eficacia de una experiencia en estilo sinodal

“Para que la conferencia sea una fecunda oportunidad formativa, hay que crear las condiciones más oportunas”, dice la Madre, subrayando la importancia de cuidar un clima comunicativo de participación y de corresponsabilidad, con una buena cohesión entre los miembros de la comunidad. En esta óptica, la conferencia – o encuentro comunitario – se convierte en momento sinodal “para concretar nuevos caminos de maduración y de apostolado”, espacio de discernimiento, de diálogo y laboratorio para escuchar y comprender juntas la llamada del Señor como comunidad en salida.

A nivel personal, “si la conferencia se vive como experiencia que toca la vida, se convierte en el lugar para potenciar la identidad carismática como Hijas de María Auxiliadora”, favorece el sentido de pertenencia a la Iglesia, al Instituto, a la comunidad y a la misión educativa, suscita interrogantes y reflexiones, motiva para dar pasos de conversión.

Madre Chiara se detiene en los temas a tratar y en las posibles reflexiones  que de ellos se derivan, dando algunas sugerencias concretas para aprovechar este importante momento formativo para la vida de las comunidades, que “no debe ser fácilmente substituido, no puede ser delegado o trasladado”.

La conferencia, insiste, “es un compromiso preciso de la Directora”, es “una responsabilidad personal y comunitaria”. Y anima: “Sé que puedo contar con vuestro compromiso, vuestra fidelidad y creatividad”.

Al final de la Circular, la Madre confía a María la preparación a la solemnidad de  la Santa Navidad y augura que tal experiencia “entre las incertidumbres y las esperanzas de esta historia nuestra, nos haga experimentar la misma alegría que llenó la vida de María al acoger a Jesús y al darlo al mundo como Salvador”.

Dirige finalmente el augurio de una santa Navidad de paz y de esperanza a todas las FMA, a sus familias, a las Comunidades Educativas, niñas y niños, jóvenes “que frecuentan nuestras casas, especialmente los que viven con más dificultades”; al Rector Mayor del Ángel Fernández Artime, a los Hermanos Salesianos y a los miembros de la Familia Salesiana. En particular, “a las hermanas y a las comunidades educativas que viven en situaciones difíciles, en tierras donde hay guerra, violencia, pobreza. Para la humanidad entera invoquemos el don de una paz verdadera y duradera”.

Circular n°1023