Cumbayá (Ecuador). Del 1 al 31 de julio en la Casa de Retiro María Auxiliadora, se desarrolló el SEGUNDO NOVICIADO CINAB, con la participación de la inspectorías de: Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela. En actitud de apertura y docilidad al Espíritu, hicimos una relectura sobre nuestro camino vocacional a la luz de la Palabra, de las Constituciones y de la realidad para confrontarnos con los elementos esenciales de la identidad de FMA.
Con María fuimos invitadas a renovar el gozo de las Bodas de Caná, a encontrarnos con Aquél que le da sentido a nuestra vida, de quien tenemos la certeza nos llamó y eligió para Sí. Eso ha sido precisamente para nosotras el Segundo Noviciado: un espacio para celebrar y hacer memoria de los orígenes del Instituto y de nuestra centralidad en Cristo.
–“Y faltando el vino, la Madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Para nosotras, junioras de la CINAB, próximas a la profesión perpetua, este mes de Segundo Noviciado ha sido ocasión de lectura de nuestra historia vocacional, de nuestras experiencias de vida comunitaria y de nuestro servicio de evangelización, para descubrir ese vino que falta y que en ocasiones opaca nuestra entrega al Señor.
–“Ya ha llegado la hora”, … la hora de darnos cuenta que en medio de nuestras realidades y dificultades está el Señor que nos sostiene, el único que puede llenar las tinajas con el mejor vino.
-“Llenad las tinajas”… En esta experiencia Dios pudo seguir llenando las tinajas de nuestra vocación porque conformamos un grupo de hermanas enamoradas del Señor, con mucha disposición a escuchar su voluntad a través de quienes fueron mediación durante este tiempo, deseosas de compartir la propia experiencia para fortalecernos mutuamente en nuestra opción de vida, en un ambiente de sencillez, alegría, confianza, fraternidad y respeto.
-“Las llenaron hasta el borde”… Este tiempo ha sido un verdadero encuentro con el Dios bueno y misericordioso que no deja de manifestarnos su infinito amor. Esta certeza fue el hilo conductor de todas las jornadas las cuales estuvieron impregnadas de diversos carismas que enriquecieron nuestra formación: fervor, sabiduría, buen humor, amor por la consagración, pasión por el Reino, fidelidad a la Iglesia, espíritu de familia, etc.
Y llenamos nuestras tinajas: Porque cada momento de profundización, de reflexión y de comunión convirtieron el agua en vino nuevo para renovar nuestra identidad de FMA. Llenamos nuestras tinajas:
… La tinaja de la centralidad en Cristo: porque volvimos a nuestro amor primero, al encuentro con Aquél que es fundamento de nuestra consagración, quien nos pide radicalidad y esencialidad en la opción y entrega por el Reino. Al llenar esta tinaja logramos valorar el discernimiento como el medio privilegiado para escuchar y acoger la voluntad de Dios. Los momentos de oración y los ejercicios espirituales colmaron hasta el borde esta tinaja, con el mejor vino, el que no se acaba y el que llena la vida de alegría y plenitud.
… la tinaja del amor al Carisma, sintiendo que el Señor nos dice también hoy: “A ti te las confío” y nos invita a vivir el ardor del Da Mihi Animas, coetera tolle, reconociendo a Valdocco y Mornés como ecosistemas educomunicativos.
… La tinaja de la fraternidad: a través de una reflexión profunda de lo que es para nosotras FMA la cultura del encuentro, la comunicación asertiva y la reciprocidad en las relaciones. Todo esto nos ayudó a valorar más nuestras experiencias de vida comunitaria, a agradecer a Dios por las hermanas con quienes hemos compartido estos años de vida consagrada y a reconocer que el diálogo intergeneracional e intercultural es exigencia de comunión y de profetismo.
… La tinaja de la dimensión misionera de la vocación, con una visita a la tierra sagrada de sor María Troncatti, una tierra donde el amor se hace entrega por los más pobres, por los preferidos del Señor. Una visita llena de sorpresas a través de las cuales Dios habló a nuestro corazón y renovó ese ardor misionero característico de nuestro carisma salesiano.
… La tinaja de nuestro amor a María, que nos recibió toda pura en Macas, para decirnos que como una Madre siempre nos espera para consolarnos, animarnos y acompañarnos. Ella, toda imponente y protectora en El Kílamo, nos invitó a poner a sus pies las necesidades de nuestras comunidades, familias e inspectorías. Estas inolvidables visitas renovaron en nosotras el deseo y compromiso de ser monumento vivo de gratitud a María Auxiliadora, quien desde su santuario en La Tola nos transportó a Turín, a las raíces de nuestro amor por Ella.
… Y finalmente, llenamos la tinaja de la gratitud, como memoria del corazón, de un corazón que se enternece por tantos detalles de cariño y fraternidad vividos en las casas de la Inspectoría Sagrado Corazón, con los cuales se confirma el auténtico espíritu de familia. Gratitud con sor Cruz Piña y las hermanas que nos abrieron las puertas de sus casas, esa tierra sagrada donde se nos permitió conocer y aprender más de su cultura, donde palpamos el amor de Cristo hecho entrega, alegría, sencillez y fraternidad. Gratitud a nuestras acompañantes: Sor Nancy Quilambaqui y sor María Maza, quienes con tanto cariño, sacrificio y alegría nos guiaron hacia ese profundo encuentro con Jesús para que recibiéramos el vino nuevo, el vino de la renovación, el vino del deseo de donación y fidelidad. Gratitud a nuestras Inspectorías porque sin su confianza, oración y apoyo no hubiera sido posible vivir esta inolvidable experiencia. Agradecemos al Señor porque quiso guardar para el final, el mejor vino.