Roma (Italia). El 5 de enero de 2023, frente a la Basílica de San Pedro en Roma, se celebró la misa funeral del Papa emérito Benedicto XVI, presidida por el Papa Francisco, concelebrada por el Cardenal Giovanni Battista Re sobre el altar y por más de 120 cardenales, más de 400 obispos y casi cuatro mil sacerdotes, con la presencia de autoridades civiles, representantes de diversos Países y delegaciones ecuménicas.

La sencillez y el profundo recogimiento de los cerca de 50.000 fieles llegados desde las primeras luces del alba, de toda Italia y de diversos Países, para el último homenaje al Papa emérito fallecido el 31 de diciembre de 2022, marcaron la Ceremonia, precedida por la llegada al cementerio del ataúd esencial de ciprés, sobre el cual el secretario personal de Benedicto XVI, monseñor Georg Gänswein, arrodillado, colocó el Evangelio abierto.

Después del rezo del Rosario, con el que la asamblea confió a la Madre celeste el alma del amado sucesor de Pedro, el Papa Francisco subió al escenario para el inicio de la celebración, un momento histórico único en el que un Pontífice presidió el funeral de su predecesor.

“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” son las palabras con que inició l’homilía, sacadas del Evangelio de Lucas (Lc 23, 39-46), en que se narran los últimos instantes de la vida de Jesús y su entregarse a las manos del Padre.”Entrega agradecida de servicio al Señor y a su Pueblo que nace de haber recibido un don totalmente gratuito” es la del Pastor, que permanece en el hueco de las manos del Padre y extiende sus manos para alimentar a la gente. Una “dedicación orante” y silenciosa, incluso en las contradicciones, cuando “como el Maestro, lleva sobre sus hombros el cansancio de la intercesión y el desgaste de la unción para su pueblo”.

Es en esta confianza, en este encuentro de intercesión” que el Señor genera mansedumbre “capaz de comprender, aceptar, esperar y apostar“, fecundidad “invisible y esquiva”, confianza “orante y adoradora”, testimonio fecundo de quienes, como María, “permanecen de muchas maneras al pie de la Cruz”.

También nosotros”, continúa el Santo Padre “firmemente unidos a las últimas palabras del Señor y al testimonio que marcó su vida, queremos, como comunidad eclesial, seguir sus huellas y confiar a nuestro hermano a las manos del Padre: que estas manos de misericordia encuentren su lámpara encendida con el aceite del Evangelio, que él ha esparcido y testimoniado durante su vida”.

Y concluye la homilía augurando a su predecesor: “¡Benedicto, fiel amigo del Esposo, que tu alegría sea perfecta cuando oigas definitivamente y para siempre su voz!”

Al final de la Celebración, después que el Papa Francisco pronunció la última recomendación y despedida (commendatio et valedictio), el ataúd fue llevado a la Basílica para su entierro en las Grutas Vaticanas, acompañado del aplauso de los fieles, que con sus ojos y afecto siguieron la procesión hasta verlo desaparecer.

Algunas Consejeras generales del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, presentes en el evento, expresan así las emociones vividas:

“Una experiencia de Iglesia, en un clima de profundidad y oración. Me ha emocionado el grito que se ha elevado en el silencio final: Santo inmediatamente. El momento en que se llevaron el ataúd fue muy emotivo”.

“Experiencia profunda de Iglesia universal. Antes de las celebraciones se podía escuchar a personas que contaban la experiencia con el Papa Benedicto: polacos, alemanes, italianos…“.

“Muy conmovedor ver algunos chicos llorar. Este Papa era muy querido”.

“Se notaba que la gente no había venido por casualidad, sino para expresar agradecimiento por la herencia que nos ha dejado y por la persona que era”.

“Se advertía una Iglesia unida. Es el efecto muy fuerte de este Papa que en el silencio y en la humildad ha continuado, entre bastidores, dando su contribución a la Iglesia”.

“He sentido un profundo clima de silencio y plegaria. Su testimonio de humildad hasta el final nos ha llevado a agradecer el don de su vida”.

 “Participar en el funeral del Papa Benedicto XVI ha sido una experiencia de fe, de oración sobria y profunda, junto a un pueblo de Dios siempre en camino”.

“Agradecimiento al Señor que guía la historia de la Iglesia y que continúa dándonos pastores como Benedicto XVI fuertes en la fe, apasionados de Jesús y humildes servidores de la humanidad”.

“Me parecía ser una gran familia que quiere expresar profundo respeto y estima a esta persona, tan grande como humilde y reservada. Ver una manifestación así multicultural y multigeneracional me ha dado mucha alegría y esperanza. Gracias, Papa Benedicto”.

“Asistir a los funerales del Papa Benedicto XVI me ha hecho comprender la grandeza de este humilde siervo de Dios que se ha dado totalmente a la Iglesia. Pese a las críticas por la renuncia al pontificado, pienso que hoy la Iglesia se ha dado cuenta de su fe, humildad y libertad interior. La presencia orante y serena de millares de personas en las primeras horas del día con el frío amargo fue el testimonio silencioso y la gran admiración por su vida creíble”.

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