Roma (Italia). Por la tarde del 7 de enero de 2023, la responsable Dagmar y las Consejeras del Consejo Central de las Voluntarias de Don Bosco (VDB), Instituto Secular perteneciente a la Familia Salesiana, junto a su asistente eclesiástico Don Joan Lluís Playà, Salesiano de Don Bosco, fueron recibidos en el aula capitular de la Casa Generalicia por Madre Chiara Cazzuola, Superiora general del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora y por su Consejo, en un clima de manifiesta alegría.

Después de los saludos iniciales, las voces y los corazones se unieron en la oración de las Primeras Vísperas de la Fiesta del Bautismo del Señor. Después, Madre Chiara expresó la alegría de emprender de nuevo los encuentros iniciados hace cerca de 15 años e interrumpidos por motivo de la pandemia de Covid-19. A continuación cedió la palabra a Dagmar, responsable de las VDB, que agradeció esta cercanía de los dos Institutos, unidos por la voluntad de responder a la llamada del Señor.

Una breve secuencia de presentaciones permitió encontrar a personas conocidas desde mucho tiempo entre las Consejeras en el segundo sexenio y conocer a las nuevas de los dos Consejos.

Se pasó después a compartir algunos caminos. Sor Marta Riccioli, Consejera Visitadora, y sor Leslie Sándigo, Consejera para la Familia Salesiana, ilustraron el hilo conductor que une las tres prospectivas del Capítulo General XXIV, o sea, la “profecía de la presencia”, el estar presentes en el hoy de la contemporaneidad, personalmente y comunitariamente. La categoría de la presencia requiere el potenciar la escucha, como apertura a Dios y a los hermanos, que genera cuidado. Es una presencia que camina con los otros, cultivando la cultura de la reciprocidad, en una continua conversión personal y comunitaria a la espiritualidad de la comunión. Es una presencia en salida y en red, abierta al soplo del Espíritu Santo.

Dagmar expresó aprecio por los caminos del Instituto FMA y subrayó la importancia del testimonio, el estar en el mundo como la Virgen, que con su vida conduce a todos a Jesús. Se abrió después un bonito y profundo diálogo, que animó a sentir siempre la presencia de Dios dentro de sí, para comunicarla a quienes viven en el entorno, sin el miedo a la propia debilidad, sino confiando en el poder de Dios.

Concluyó la tarde con un ágape verdaderamente fraterno, con el “arrivederci” en el próximo encuentro.

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