Roma (Italia). Durante el octubre misionero 2022, el Ámbito para las Misiones del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora propone algunas experiencias y realidades misioneras. Sor Alice Razanatoany, la primera hermana misionera de Madagascar, describe la llegada de las misioneras y la expansión del Instituto FMA en la Isla del Océano índico, en particular de su Comunidad, S. Maria Mazzarello de Manazary.

“Las primeras cinco FMA llegaron a Madagascar el 15 de agosto del 1985, en respuesta a la petición del Cardenal Armand Gaëtan Razafindratandra, en aquel tiempo Obispo de la Diócesis de Mahajanga, y después primer Cardenal de la gran Isla. Tres hermanas – suor Caterina Gionco, sor Germana Boschetti, sor Antonia Casimiri – eran italianas y pertenecían a la entonces Inspectoría Véneta Maria Regina de Conegliano; una venía de Croacia, sor Marica Jelic, y una de Eslovenia, sor Marijeta Zanjcovič.

En este año jubilar del 150º de Fundación del Instituto FMA, la Inspectoría María Fuente de Vida (MDG) de Madagascar, que celebra el 37º de presencia, cuenta con 72 FMA, 60 autóctonas y doce misioneras, de origen italiano, colombiano, coreano, congoleño, esloveno, polaco y argentino.

Como hijas de Don Bosco y de Madre Mazzarello, las hermanas se comprometen en la evangelización y en la educación. En cada comunidad tienen vida las Escuelas y el oratorio, con la catequesis. En estos últimos seis años he vivido en la Comunidad de Manazary, en la Diócesis de Miarinarivo, confiada a los Salesianos de Don Bosco, con doce iglesias católicas, en las que ejercen el Ministerio tres sacerdotes SDB, apoyados por dos sacerdotes diocesanos. Las hermanas de la Comunidad participan en la vida de la Diócesis, con el acompañamiento de las chicas scout «fanilon’i Madagascar»; animan la formación de los catequistas, de los grupos de los jóvenes que se preparan a recibir los sacramentos, las asociaciones parroquiales, el grupo vocacional y la formación de los padres “école des parents”.

La presencia de las FMA ha traído un cambio para Manazary, no sólo por lo que respecta al cuidado espiritual y a la animación parroquial, sino porque también han procurado que todas las casas del pueblo fuesen dotadas de agua y de luz. La Comunidad FMA además es el punto de referencia de cualquier necesidad  de la gente, por ejemplo para llevar con urgencia a los enfermos al hospital para una operación quirúrgica.

El Centro Maria Domenica Mazzarello de Manazary comprende diversos grados de Escuela – infantil, primaria, secundaria de 1º grado, Formación Profesional, los cursos de alfabetización, además de comedor, oratorio, campos deportivos, el Centre de Salud (dispensario) y la Escuela de Agricultura. Esta última se centra principalmente en la cría, aunque también tratamos de garantizar la oferta educativa, especialmente a los jóvenes de la zona con muy baja escolarización.

Esta Escuela enseña los métodos de cultivo y de la cría modernos, que permitirán obtener una mayor cosecha y enseñar a cultivar a los jóvenes que no tienen extensiones importantes de tierra. El primer objetivo es garantizar la subsistencia de la Comunidad y dar comidas, de lunes a viernes con una dieta sana y variada a los cerca de 240 niños pobres o que viven lejos de la escuela, con arroz y, en días alternos, carne, huevos, pescado de lago y legumbres. La Comunidad ayuda a los padres, organizando una formación en la agricultura y la ganadería para poder producir más y aumentar sus ingresos económicos.

La Comunidad está compuesta por cinco FMA, y dos voluntarios italianos y más de cuarenta colaboradores laicos juntos animan toda la obra. Dos misioneras FMA, sor Saveria Azzolina, muerta en el 2017, y sor Krystina Sozynska, muerta en el 2021, que vivieron muchos años en Manazary, han dejado un fuerte recuerdo y mucho bien. Sus historias, junto a las de las primeras misioneras, enseñan que el Reino de Dios nace en el secreto de una tierra que abraza la semilla, la encierra y la preserva en su fuerza generativa, para que pueda adquirir vigor en la oscuridad, tener fuerza en el silencio.

Hace falta lanzar la semilla en el terreno y después dejar que haga por sí sola todo lo demás. Si la semilla es buena y ha sido echada, quiere sólo paciencia y espera, confianza y esperanza, una mirada de fe y pasión. Del buen terreno surgirá espontáneamente la nueva vida que explotará de la semilla. El tallo, la espiga y el grano no están bajo nuestro control”.

Con sor Alice, la primera FMA misionera originaria de Madagascar, y con muchas otras Hijas de María Auxiliadora de esta tierra que partirán por los caminos del mundo, se empiezan a ver los primeros frutos de la siembra.

2 COMENTARIOS

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.