Roma (Italia). El 26 de abril de 2020 en Roma, en la Inspectoría San Giovanni Bosco se celebró online la Fiesta del Gracias Mundial 2020: “Tu vida es un árbol que lleva fruto”.

La Madre General del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, sor Yvonne Reungoat, en respuesta a los mensajes de gratitud recibidos de las Inspectorías del Instituto FMA y de la Familia Salesiana para la Fiesta del Gracias Mundial 2020, ha escrito un Mensaje de Gracias del que exponemos el texto íntegro.

“Queridas hermanas, laicos, jóvenes y miembros de la Familia Salesiana,

después de la celebración on line de la Fiesta de la Gratitud Mundial, siento la necesidad del corazón de expresar un agradecimiento muy sentido a la Inspectoría romana San Giovanni Bosco (IRO), a la Viceprovincia María Madre de la Iglesia, a las Hermanas del Generalato y a que coordinó la preparación y la celebración de este evento, y al Instituto entero.

Este año, la situación provocada por el coronavirus nos ha pedido inventar una nueva modalidad celebrativa ¡y la creatividad ha sido grande! Pienso poder afirmar que la preparación y la celebración de la Fiesta han tenido una gran profundidad porque estábamos centradas en lo esencial.

No ha disminuido la intensidad de la participación y de la implicación “a distancia” de todo el Instituto, de cada Hija de María Auxiliadora, de las comunidades educativas, de los laicos adultos y jóvenes, de los miembros de la Familia Salesiana y de muchas otras personas cercanas al carisma salesiano. En realidad no he sentido la distancia porque la expresión de la gratitud, del afecto, la comunión en la plegaria, el compartir el camino hecho en cada comunidad han sido muy sentidos, sinceros, sencillos, familiares  ¡y os siento presentes junto a mí, mejor dentro de mí, en el corazón! Habéis notado mi conmoción en algunos momentos: los signos del Amor de Dios, de la presencia viva de María Auxiliadora, la gracia de la unidad del Instituto, la fidelidad de las hermanas y el amor que tenemos en el corazón, la participación de muchos jóvenes en nuestra vida, la gran fuerza de las Ex­- Alumnas/os en todo el mundo, el crecimiento de la Familia Salesiana son como un océano sin fondo y sin límites que no puede encerrarse en unas palabras!
¡Cuántos mensajes y cuántos signos de afecto y de solidaridad me han llegado a través de diversos canales de comunicación!

Con este mensaje deseo expresar a todas/os mi profunda gratitud por haber sabido valorar este evento tan particular, gozando de lo esencial con el corazón abierto y un recíproco gracias que tiene, como siempre, una dimensión mundial. Sí, he percibido no sólo la presencia “virtual”, sino la viva, concreta de una gran comunidad unida por el espíritu de familia que, más allá de las condiciones externas, ha sabido fundirse en un único himno de gratitud a Dios, ante todo, por habernos dado una misión para vivir con y para los jóvenes. Es con ellos, en efecto, que queremos llenar el mundo de gratitud, hacer crecer nuevos brotes de esperanza y de gozo para que “nuestra vida sea un árbol que lleva fruto”, como reza el tema de la fiesta.

Es un “árbol” que requiere raíces profundas, que necesita ser regado con constancia, para que la vida se alimente de agua pura. Os agradezco porque sacáis esta agua de la Eucaristía y de la presencia materna de María Auxiliadora. Así fue para Don Bosco y para Madre Mazzarello y así es también para nosotros hoy. El deseo que os mando con tanta confianza es que esta inédita experiencia no se acabe pronto, y que el “gracias” que explotó con creatividad a nivel local e inspectorial se exprese en el día a día.

Juntas podemos descubrir con nuevo estupor que son infinitos los motivos para darnos gracias y dar gracias. Permitidme que os deje como memoria de esta particular Fiesta de la Gratitud la “tarea” de poner la mirada del corazón en los gestos, signos, oportunidades para decir: gracias! De este modo todos juntos podemos ser hábiles “jardineros” capaces de hacer nacer brotes nuevos que, a su tiempo, florecerán y se convertirán en frutos de calidad.

Estoy segura de que vosotras sabréis dar un nombre a estos brotes, que sabréis cuidarlos con pasión, con la oración, con la solidaridad, con mucho amor. Cada instante y cada gesto vivido con amor lleva mucho fruto y se hace fecundo para la eternidad, porque el amor dura siempre.
¡Esto y mucho más tendréis para compartir, pero sé que sabéis intuir lo que vibra en mí de gratitud por la rica experiencia vivida juntas en estos años y, también, en esta fiesta!

Renuevo mi agradecimiento, también en nombre de las Hermanas del Consejo General, a la Hermana Provincial Angela Maria Maccioni y a la Provincia Romana, a la Superiora de la Viceprovincia Hermana Maria del Carmen Canales y a las hermanas de la Viceprovincia Maria Madre della Chiesa, a la Directora Hermana Bernarda Santamaría y a las hermanas del Generalato, y todas las Hijas de María Auxiliadora que han colaborado para dar rostro familiar a este momento vivido a nivel mundial a través de los distintos medios de comunicación.
Un gracias especial a la comunidad de Casa generalicia que en los momentos celebrativos y de fiesta ha representado al mundo entero.

Estamos para entrar en el mes de mayo dedicado a María Auxiliadora. A ella pedimos con confianza que sostenga a los que han sido atacados por el Covid-19, dé fuerza a los que los están cuidando y fortalezca a sus familias. Acoja en sus brazos de Madre a todos los que han muerto a causa de este virus. E intervenga para que esta pandemia acabe lo más pronto posible. Ella, la Madre, nos ayude a inventar el futuro para que el don del carisma continúe siendo una luz para todos los jóvenes y las jóvenes del mundo.

Mientras os renuevo mi gratitud, siento que estoy en plena sintonía con vosotras al  creer que hoy todas/os estamos llamados a vivir esta experiencia de crisis con fe y esperanza y ser solidarios, en los límites de lo posible, hacia los que están en situación de necesidad material y espiritual.
Acojamos la invitación del Papa Francisco a rezar cada día el Rosario para superar con fe este momento de prueba y también para redescubrir la belleza y la fuerza de rezar juntos, posiblemente como comunidad.

Estamos aún en el tiempo pascual, por esto os deseo que Jesús resucitado sea vuestra alegría y vuestra esperanza en la certeza de que la Vida ha vencido a la muerte.

Un abrazo de corazón con el afecto que siento por cada una de vosotras. Dios os bendiga  y María Auxiliadora nos enseñe a ser generadoras de vida nueva en el amor y en la alegría.

Roma, 28 abril 2020

                                                                                 Sor Yvonne Reungoat
Superiora General del Instituto FMA»

 

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