Roma (Italia). En Roma tuvo lugar, del 26 al 27 de febrero de 2018, el encuentro Interámbitos organizado por la Conferencia Interinspectorial Italiana CII.

El encuentro se inició con la Celebración Eucarística presidida por don Andrea Bozzolo SDB, y prosiguió con la relación del tema “Adultos capaces de generar procesos de fe”.

Don Andrea desarrolló el tema en cuatro puntos:

Adolescencia y edad adulta. Adolescente es quien va hacia la totalidad. El adulto ya ha llegado al todo, pero siempre está en camino hacia la plenitud. El crecimiento tiene que ver con la identidad del hombre, una identidad que es también narrativa. El camino que ha de recorrer, la plenitud que ha de conseguir, no es un hecho personal, sino relacional. Para descubrir la identidad el hombre se ha de poner a la escucha de la voz de otros y del Otro. El desafío para el adolescente es el camino aún abierto. El desafío para el adulto, que se acerca al final del recorrido, es la relación. El adolescente se está preguntando a sí mismo. El adulto es quien se ha enfrentado a las preguntas sobre sí mismo; el adulto es generativo.

Una provocación cultural es la de “adultos ausentes” y adolescentes “frágiles y arrogantes”. Hoy vivimos la contradicción de los adultos no generativos y ausentes. Cuenta la imagen y no una visión integral del adulto. Se prolonga hacia el infinito la edad de la adolescencia y se encoje la edad de la madurez. Los adolescentes son siempre más frágiles y arrogantes: no reconocen a los adultos significativos y actúan en consecuencia. El adulto generativo no se esconde detrás del adolescente, sino que se afirma a través de su experiencia de ser humano, como persona que “ha combatido la buena batalla”, que transmite una energía feliz (don Cimatti).

Una provocación bíblica: los adultos en la fe. La Carta a los Hebreos 13, 14 nos ofrece la definición de adulto en la fe expresada al final de un texto cristológico significativo, el de Hebreos 13, 7-14. Jesús aprende de los sufrimientos, el hombre maduro es el que toma conciencia de sí en el camino de la vida, en el descubrimiento y realización de la vocación personal. El lugar del ser adulto es el lugar en el que Dios habita; el adulto llega a la culminación de sí mismo haciendo espacio a Dios. Don Bosco vio en Jesús al maestro de la familiaridad (carta de Roma 1884).

El don del adulto generativo: el testimonio. El término testimonio viene originariamente del ámbito jurídico. Se testifica para que otros estén informados sobre los hechos. No somos auto-transparentes, somos una gran pregunta hecha a nosotros mismos. El testimonio de alguno que nos indica la luz de la verdad ilumina el camino. El cristiano es llamado a estar presente dando testimonio de la levadura del Evangelio, ya que ha recibido la gracia de vivir esta experiencia. No tiene la verdad en el bolsillo, pero se ve superado por la verdad de Jesús y no puede esconder esta experiencia de gozo y de encuentro. Sabe que es un testimonio inadecuado, pero no puede callar. Dios no es un argumento, el creyente simplemente deja hablar a Dios a través de sí. En este sentido es un testimonio creíble. El testimonio pide una voz en off. Dios habla a la conciencia de quien escucha.

Por la tarde animó el encuentro Sr. María del Carmen Canales, FMA, Superiora de la Visitaduría María Madre de la Iglesia. Ella profundizó en el tema “Comunidad de adultos capaces de generar: procesos y experiencias” y distribuyó el trabajo en varias etapas.

Primer paso: con la técnica del world-café dividió a los componentes en tres grupos, turnándonos en torno a tres mesas. Identificamos un proceso y definimos tres etapas para su realización, tres dificultades que se encuentran cuando se da vida a los procesos, tres condiciones para dar vida a un proceso.

Segundo paso: escucha de la relación de Sr. María del Carmen. Retomamos algunos puntos de la relación: “Hablar de comunidad de adultos es hablar de religiosas y laicos que tienen una tarea educativa hacia los jóvenes. La tarea es ensanchar las ventanas para mirar el mundo en un horizonte siempre más amplio”. Ante las dificultades en la aproximación a los jóvenes, nos pidió que preguntemos, con los discípulos: “Señor, ¿no te importa que muramos?”. La respuesta de Jesús es fuerte:”¿De qué tenéis miedo?” Estamos llamadas a generar procesos, en el horizonte de la conversión pastoral.

Las condiciones requeridas: un cambio de mentalidad en el proceso de animación de ambientes educativos, capacidad de aprender y desaprender continuamente, flexibilidad y creatividad.

Los medios a nuestra disposición: sentirnos siempre en estado permanente de formación, mentalidad más abierta y lógica del itinerario, sentir la alegría de la llamada, comunidades abiertas y acogedoras, tiempos y espacios dedicados a la misión, espacio de reflexión sobre la estructura de animación, atención a las periferias.

Algunas orientaciones pastorales: procesos de iniciación a la fe a partir de la implicación de los padres y de las familias, redes de solidaridad, comunión de bienes.

Tercer paso: trabajo en grupo. Cada grupo trabajó sobre lo identificado en los grupos precedentes. Tarea del primer grupo: analizar la descripción de los procesos encontrados y elaborar los pasos para un proceso interámbitos a nivel local o inspectorial que permita engendrar en la fe y elaborar los pasos de un proceso que acompañe a los padres a generar un camino de fe en la vida de sus hijos. Tarea del segundo grupo: releer las condiciones encontradas, quitar, modificar o añadir las que se crean necesarias para llevar adelante un proceso de educación a la fe, pudiendo contar con los miembros de la comunidad educativa y elaborar un proceso que acompañe a los maestros a generar un camino de fe en la vida de sus alumnos. Tarea del tercer grupo: observar las dificultades escritas, añadir las que se crea convenientes. A partir del análisis de éstas, indicar los cambios necesarios en el ambiente educativo para que no se manifiesten estas dificultades e identificar un proceso que acompañe a los animadores a generar un camino de fe en la vida de otros jóvenes.

La mañana del martes 27 de febrero, después de la celebración Eucarística presidida por don Claudio Belfiora SDB, estuvo dedicada a compartir el trabajo realizado en los grupos. Sr. María del Carmen ayudó a reflexionar sobre los elementos que emergieron y nos guió al identificar indicaciones operativas para dar vida a procesos que interpelan a todos los ámbitos y que nunca los lleva adelante uno solo, y no necesariamente después de comenzar; que son caminos que tardan mucho tiempo; que los criterios y los caminos identificados cambian precisamente porque el proceso toca la vida: el cambio es parte del proceso. El proceso requiere la capacidad de crear espacios donde experimentar y ejercitar la decisión, de discernir entre lo que es viejo y lo que es nuevo en sentido evangélico.

La segunda parte de la mañana nos reunimos como grupos inspectoriales y asociaciones, para compartir los puntos de fuerza que habían emergido y los pasos a realizar para mejorar en la capacidad de activar procesos. Las referencias al testimonio, a la participación, al reconocimiento del otro, al monitoreo, acompañamiento y verificación, a la formación que promueve la asunción de un estilo colaborativo y la comunicación que es un compartir, fueron comunes a todas las Inspectorías.

Sr. Carla Castellano, Presidenta CII, concluyó el encuentro poniendo en evidencia el valor del encuentro y del compartir ideas y reclamando tres imágenes que caracterizaron las dos jornadas: el puente como símbolo de encuentro de las diversidades, la ventana que se abre a un horizonte amplio, la energía feliz como compromiso de testimonio.

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