Roma (Italia). El 24 de enero de 2023 la Familia Salesiana celebra la Fiesta de San Francisco de Sales, querido por Don Bosco como patrono del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora. A pocos días del 150º aniversario del nacimiento de la Venerale sor Laura Meozzi (

enero 1873 – 30 agosto 1951), Hija de María Auxiliadora, pionera en Polonia, una carta escrita por ella en enero del 1934 a las hermanas de la ahora Visitaduría Polaca saca a la luz la relación espiritual que tenía con San Francisco de Sales.

Queridas hermanas mías,
siamo a San Francesco di Sales e sento il bisogno di inviarvi il mio saluto sentito e cordiale, il mio vivo ricordo nella preghiera per ottenere a me e a tutte voi il dono della dolcezza, tanto necessaria per poter fare del bene attorno a noi, per attirare tanti cuori a Gesù, nostro Sposo celeste. Dolci con le nostre sorelle, accondiscendendo in quello che si può o, se si deve dire di no, dirlo tanto dolcemente, che quel no piaccia più dello stesso sì, perché si capisce che solo la necessità o il dovere ci fa dire di no.

ante la fiesta de San Francisco de Sales siento la necesidad de enviaros mi saludo sentido y cordial, mi vivo recuerdo en la oración pidiendo para mí y para todas vosotras el don de la dulzura, tan necesaria  para poder hacer el bien en nuestro entorno, para atraer a muchos corazones a Jesús, nuestro Esposo celeste. Para ser dulces con nuestras hermanas, condescendiendo en aquello que se pueda o, si se debe decir que no, decirlo muy dulcemente, para que aquel “no” plazca más que el mismo sí,   entendiendo que sólo la necesidad o el deber nos haga decir que no.

Siempre calmadas, siempre serenas aún en las circunstancias más críticas, incluso cuando nuestra paciencia se ponga a prueba. ¡Oh, sí, qué confortable es ver siempre a nuestro entorno personas que nos traen la alegría serena! Hagamos este propósito, y nuestra casa será el paraíso aquí en la tierra.

Yo rezaré por vosotras y vosotras rezad por mí, queridas, que os llevo siempre en el corazón. Que san Francisco nos dé su dulzura. Recordemos su frase: “Se atraen más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre”. Pidamos esta dulzura con insistencia y amemos mucho a Jesús nuestro Esposo.
Os saludo con todo el afecto del alma y del corazón.

Madre Laura, como toda hija de Don Bosco, en los años de formación había aprendido a valorar las enseñanzas del Santo Doctor del Amor divino, pero quizá lo había conocido ya antes de entrar en el Instituto. En efecto, ya desde el 1887, cuando fue consagrada la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en Roma, Castro Pretorio, Laura, que habitaba en la zona, empezó a frecuentarla y a confesarse regularmente con don Federico Bedeschi, Salesiano de Don Bosco, que la guió en el discernimiento vocacional.

La carta apostólica del Papa Francisco “Totum Amoris est”, publicada en el IV centenario de la muerte de San Francisco de Sales, sigue algunos de los aspectos fundamentales de su experiencia y su herencia espiritual:

[para San Francisco de Sales] “La experiencia de Dios es una evidencia del corazón humano. No es una construcción mental: más bien es un reconocimiento lleno de asombro y de gratitud, que sigue a la manifestación de Dios. Es en el corazón y por medio del corazón que se cumple aquel sutil e intenso proceso unitario en virtud del cual el hombre reconoce a Dios y, a la vez, se reconoce a sí mismo, su propio origen y profundidad, su propia realización, en la llamada al amor.

Él descubre que la fe no es una palabra ciega, sino ante todo una actitud del corazón. Por medio de ella el hombre se confía a una verdad que aparece en la conciencia como una “dulce emanación”, capaz de suscitar una correspondiente e irrenunciable voluntad para cada realidad creada, como le gustaba decir.

Desde niña, Laura Meozzi vive una experiencia profunda de Dios que florece en la fe, en la habitual confianza en Dios y en la capacidad de soportar el  peso del cansancio y de la prueba con dulzura y paciencia. Los testimonios recogidos en la “Positio super virtutibus” afirman:

“Sor Władysława Rudzka, que fue entre las primeras huérfanas acogidas en Różanystok y después Hija de María Auxiliadora, escribe: “Madre Laura era un alma de fe viva. Y la fe la obtenía en la Eucaristía. Era un alma de oración, vivía perdida en Dios. En todos los eventos y circunstancias descubrió la voluntad de Dios y se adhirió totalmente a ella. En las dificultades y sufrimientos siempre tuvo en sus labios las expresiones de perfecta resignación cristiana: ‘Que se haga la voluntad Divina’. ‘El Señor prueba a los que lo aman’ y otras similares’”.

Los niños mismos y los laicos la conocieron de cerca, por su actitud en la oración, por su confianza en Dios y por las enseñanzas y exhortaciones que les dirigía; con pocas y sencillas palabras, definían la calidad de su fe:   “Madre Laura vivía una fe profundísima”; “Era una persona de una fe vivísima”;  “Su fe viva se manifestaba de manera particular en su actitud, comportamiento y modo de ser. [ … ] Daba la impresión de que era una persona de fe profunda”.

La doctrina del Santo Doctor, también a través de la experiencia espiritual y apostólica de Don Bosco, de Madre Mazzarello, de Madre Laura y de muchos otros, llega a cada una/o como patrimonio del cual poder sacar inspiración para el propio camino. Y se transforma en un inconfundible estilo de vida activa que impregna un ambiente transformándolo en “salesiano”.

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