oma (Italia). El 2 de enero de 2025, en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro, tuvo lugar las Exequias del Cardenal Angelo Amato, Salesiano de Don Bosco, Prefecto Emérito de la Congregación para las Causas de los Santos, fallecido el 31 de diciembre de 2024 a la edad de 86 años.
En la liturgia exequial, celebrada por el cardenal Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio, junto con los cardenales, arzobispos y obispos, los hermanos salesianos, incluido el cardenal Tarcisio Bertone, así como representantes de los Dicasterios en los que sirvió y familiares, estuvieron presentes la Superiora general del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, Madre Chiara Cazzuola, y Sor Paola Battagliola, Consejera Visitadora.
Al final de la celebración eucarística, el Santo Padre presidió el rito de la Última Commendatio, la última recomendación a Dios para que acoja el alma del difunto en la Comunión de los Santos, y la Valedictio, la despedida, es decir, el último saludo antes de la sepultura.
Apenas recibida la noticia de la partida del Cardenal Amato, el Papa Francisco expresó su cercanía al Vicario del Rector Mayor, P. Stefano Martoglio, a los hermanos y a los familiares con estas palabras:
«Doy gracias a Dios por el testimonio edificante de este hijo espiritual de san Juan Bosco, que durante tantos años se dedicó con delicadeza humana y generosidad al Evangelio y a la Iglesia. Pienso en su espíritu sacerdotal y en la preparación teológica con la que sirvió a la Santa Sede, especialmente en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe y en el Dicasterio para las Causas de los Santos. Os aseguro mis oraciones por el alma de este siervo bueno y vigilante que, fiel a su lema «sufficit gratia mea», incluso en los últimos tiempos marcados por el sufrimiento, se abandonó a la bondad del Padre celestial.
Confío en que, acompañado por María Auxiliadora y por los santos y beatos que él ha llevado a la gloria de los altares, sea acogido en el banquete eterno del cielo y envío mi bendición a los que comparten el dolor de su muerte».
En su homilía en el funeral, el cardenal Re, recorriendo las etapas de su vida -desde su ingreso en el aspirantado salesiano de Torre Annunziata, atraído por la figura de Don Bosco, hasta su nombramiento en los Dicasterios y su creación como cardenal, en 2010 y más allá de su intensa vida- subrayó su devoción a la Virgen, de la que «hablaba con mucho gusto».
Luego lo definió como un hombre «de carácter abierto al diálogo, acogedor y con una visión positiva de las situaciones» (…), «rico de fe y humanidad, generoso en aceptar dar conferencias, presidir encuentros culturales y predicar en las celebraciones litúrgicas.
Su personalidad, hecha de genuina espiritualidad, aprendida en la escuela de Don Bosco, y de delicadeza de modales, suscitaba estima y simpatía, por las que era muy apreciado por todos. Su don principal, sin embargo, era el de ser un hombre de fe».
«Damos gracias al Señor por el bien que ha sembrado el cardenal Amato. Lo acompañamos con afecto fraterno, confiándolo a la bondad paterna de Dios. (…) Que el Señor, en su misericordia, lo acoja y le dé la recompensa que merece con la larga vida que ha vivido en la enseñanza de la teología, en el servicio de la Iglesia y en su compromiso por el bien de las almas».
El mismo sentimiento de gratitud acompaña a las Hijas de María Auxiliadora al recordar al cardenal Angelo Amato, que, entre otros diversos acontecimientos, el 24 de noviembre de 2012 presidió en Macas (Ecuador) el rito de la beatificación de sor María Troncatti, ahora ya próxima a la canonización.