Roma (Italia). El domingo 21 de enero de 2024,  al final del Ángelus, el Papa Francisco inauguró oficialmente el Año de Oración, en preparación para el Jubileo que comenzará el 24 de  diciembre de 2024, cuyo lema es  “Peregrinos de esperanza”:

“Los próximos meses nos llevarán a la apertura de la Puerta Santa, con la que iniciaremos el Jubileo. Os pido que intensifiquéis vuestras oraciones para prepararnos a vivir bien este acontecimiento de gracia y a experimentar la fuerza de la esperanza de Dios. Por eso hoy iniciamos el Año de la Oración, es decir, un año dedicado a redescubrir el gran valor y la necesidad absoluta de la oración en la vida personal, en la vida de la Iglesia y del mundo”.

En la rueda de prensa de presentación del 23 de enero, Cristiane Murray, vice directora de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, recordó que en 2020 el Papa dedicó un ciclo de 38 catequesis a lo que él llama  “el remedio para calentar una fe tibia, la medicina de la fe, el tónico del alma”  y que, en preparación al Año Santo de 2025,  se invita a las diócesis a proponer momentos de oración individual y comunitaria, peregrinaciones, itinerarios de escuelas de oración con etapas mensuales o semanales presididas por los obispos, en los que implicar a todo el pueblo de Dios.

Mons. Rino Fisichella, Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización,  después de una breve actualización de la actividad del Dicasterio en vista del Jubileo, en cuya preparación participan 723 personas, subcomisiones para los grandes eventos, 208 representantes de diócesis italianas, 90 representantes de las Conferencias Episcopales del mundo, recordó la Carta que le dirigió el Santo Padre el 11 de febrero de 2022,  que ya es “un programa” para este año de gracia:

“Desde ahora, me alegra pensar que será posible dedicar el año anterior al evento jubilar, 2024, a una gran ‘sinfonía’ de oración. En primer lugar, recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo. Oración, también, para dar gracias a Dios por los múltiples dones de su amor por nosotros y para alabar su obra en la creación, que compromete a todos al respeto y a la acción concreta y responsable para su protección. La oración como voz «de un solo corazón y una sola alma» (cf. Hch 4, 32), que se traduce  en solidaridad y en compartir el pan de cada día.

Una oración que permite a cada hombre y mujer de este mundo dirigirse al único Dios, expresarle lo que se esconde en el secreto del corazón. La oración como camino principal hacia la santidad, que lleva a vivir la contemplación incluso en medio de la acción. En definitiva, un año intenso de oración, en el que se abren los corazones para recibir la abundancia de la gracia, haciendo del ‘Padre Nuestro’, la oración que Jesús nos enseñó, el programa de vida de cada uno de sus discípulos”.

El Año de Oración corresponde, por tanto, plenamente a la necesidad de preparar y vivir en las propias comunidades  “un acontecimiento que enriquezca espiritualmente la vida de la Iglesia y de todo el Pueblo de Dios” con el espíritu de espera típico de la esperanza cristiana.

Por ello, explicó: No se trata de un año con iniciativas particulares; más bien, es un momento privilegiado para redescubrir el valor de la oración, la necesidad de la oración diaria en la vida cristiana; cómo orar y, sobre todo, cómo educar para orar hoy, en la época de la cultura digital, para que la oración sea eficaz y fecunda. No podemos ocultar que estos años demuestran una profunda necesidad de espiritualidad. Cuanto más fuerte se vuelve el grito de la tecnología que parece corresponder a todos nuestros deseos, más profunda es la necesidad de una verdadera espiritualidad que lleve a cada persona al encuentro de sí misma en la verdad de su propia existencia y, por tanto, en una relación coherente con Dios.

Son muchas las personas que oran todos los días; tal vez, me atrevo a decir, todos oran. Ninguna estadística lograría responder con cifras y porcentajes correctos a este momento tan íntimo de las personas que viven la pluriformidad de la oración como un momento totalmente personal. Desde aquellos que se persignan rápidamente hasta aquellos que participan en la Eucaristía diaria, existe una gama tan amplia de formas de orar que nadie puede describir completamente. Desde la oración rápida hasta la oración distraída; desde la oración contemplativa hasta la oración llena de lágrimas de dolor… la oración no se deja atrapar en un esquema preestablecido porque es la relación personal del creyente con Dios mismo, dentro de esa relación íntima y exclusiva que distingue nuestra fe.

Por tanto, el Año de la Oración se enmarca en este contexto para favorecer la relación con el Señor y ofrecer momentos de auténtico descanso espiritual. Un oasis al abrigo del estrés cotidiano donde la oración se convierte en alimento para la vida cristiana de fe, esperanza y caridad.

Luego ha  precisado que no se tratará de una multiplicación de iniciativas que obstaculizarán a la Iglesia local, sino  que ” un período en el que toda iniciativa programada es apoyada eficazmente, precisamente porque tiene como fundamento la oración (…) para que la oración de la Iglesia pueda volver a revitalizar y fortalecer la vida de cada bautizado.”

La expresión de los discípulos dirigida a Jesús: “Enséñanos a orar”  (Lc 11,1) será el lema de este año, y es ya una oración que surge de lo más profundo del corazón con el deseo de ser escuchada.”.

Por último, junto con el subsecretario del Dicasterio, monseñor Graham Bell, presentó algunas ayudas para acompañar la meditación y la lectura y comprender mejor el valor de la oración: en primer lugar, las 38 catequesis que el Papa Francisco (del 6 de mayo de 2020 al 16 de junio de 2021), y una serie de ocho pequeños volúmenes titulados “Apuntes sobre la oración”, publicados por la Editorial Vaticana,  de los cuales el primero: ” Orar hoy, un desafío a superar”, ya está disponible en las librerías.

También se han propuesto  subsidios  que reproponen las diversas expresiones de oración en comunidad, en familia, para los sacerdotes, los claustros, los santuarios y los jóvenes,  que estarán disponibles digitalmente, para que puedan ser modificadas de acuerdo con las costumbres y propósitos locales.

El 9 de mayo de 2024, fiesta de la Ascensión –  recordó el arzobispo Fisichella –  “el Papa Francisco hará pública la Bula y, a partir de ese momento, la Carta Apostólica del Papa será objeto de reflexión y preparación directa para el Jubileo”.

El mismo Papa, durante este año, también dará vida a una  “Escuela de oración”: “Habrá momentos de encuentro con ciertas categorías de personas para rezar juntos y comprender algunas formas de oración:   de la oración de acción de gracias a la oración de intercesión; de la oración contemplativa a la oración de consolación; de la oración de adoración a la oración de súplica…

Informaciones adicionales y actualizaciones

“Estoy seguro de que los obispos, sacerdotes, diáconos y catequistas encontrarán durante este Año las maneras más adecuadas para poner la oración en el centro del anuncio de esperanza que el Jubileo 2025 pretende hacer resonar en estos tiempos convulsos” (Papa Francisco).

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