Roma (Italia). En vísperas del inicio de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebrará en el Vaticano del 4 al 29 de octubre de 2023, la Madre emérita del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, Sor Yvonne Reungoat, convocada como participante entre los Expertos y Facilitadores, expresa las esperanzas y expectativas, los objetivos y desafíos de esta experiencia de Iglesia que está por vivir.

Este Sínodo presenta varias innovaciones, incluida la metodología de la sinodalidad, implementada en todas las fases. ¿Qué tipo de experiencia se espera?

Es una experiencia que el Papa Francisco quiso no como un acontecimiento, sino como un camino a partir de la base, de la vida concreta de todos los fieles, de todos los bautizados en las familias, en las parroquias, en las Diócesis, en las Naciones y luego en a nivel continental, para tratar de introducir a todo el pueblo de Dios a vivir actitudes internas y externas que faciliten el caminar juntos. Actitudes de escucha profunda del Espíritu, de la realidad – de las personas y de lo que la Iglesia está viviendo en diferentes contextos, pero también de aquellos que no están en la Iglesia – para luego dejarnos guiar en este proceso de compartir que no tendrá fin, ni con esta Asamblea, ni con la del año próximo ni siquiera cuando haya concluido el Sínodo: la Iglesia sinodal está llamada a continuar este camino porque está en su naturaleza ser sinodal.

¿Cuáles son las esperanzas y expectativas de los laicos hacia este Sínodo?

He podido escuchar a los laicos que participaron en los caminos sinodales en las parroquias y que expresaron su entusiasmo, porque finalmente tuvieron la oportunidad de ser escuchados y tener voz. Pero con una preocupación: cuando termine este proceso, ¿todo volverá a ser como antes o algo realmente habrá cambiado? Una preocupación profunda que, en última instancia, recorre toda la preparación del Sínodo.

¿Cómo se inserta esta Asamblea en el camino global y cuáles son los objetivos?

La Asamblea sinodal, que se reunirá desde el 1 de octubre -en realidad a partir del 30 de septiembre- hasta fin de mes, no debe desconectarse de todo el camino recorrido desde la apertura de 2021, vivido a todos los niveles. La preparación tuvo su culminación en las 7 asambleas continentales, en las que tratamos de recoger los puntos y cuestiones importantes de la Iglesia en cada continente, para llevarlos al discernimiento de la Asamblea. El primer discernimiento se realizará sobre la base del Instrumentum laboris, realizado a partir de los resultados de los Sínodos continentales. El discernimiento que comenzará en esta primera Asamblea será la base para la siguiente sesión, en octubre de 2024.

El objetivo de la Asamblea es relanzar el proceso, encarnarlo en la vida ordinaria de la Iglesia, identificando en qué líneas el Espíritu nos invita a caminar juntos con mayor determinación, como pueblo de Dios. El objetivo no es producir documentos, es abrir horizontes de esperanza para el cumplimiento de la misión de la Iglesia. La tarea de esta primera sesión es iniciar el discernimiento.

¿A qué desafío intenta responder este Sínodo?

Sólo una pregunta recorre el Sínodo: ¿qué vive la Iglesia como Iglesia sinodal, cuál es su experiencia? ¿Y qué pasos se deben dar para crecer en esta dimensión sinodal? No es una reflexión sobre la sinodalidad, es un discernimiento sobre cómo vive la Iglesia la dimensión sinodal, que es su naturaleza. Una Iglesia que ya tiene la experiencia, que camina, que toma conciencia de su camino, y ve que aún quedan pasos por dar para seguir creciendo. Por tanto, el desafío de las Asambleas sinodales será lograr este discernimiento y perfilar los pasos concretos para acompañar a la Iglesia. Pasos que luego presentará, al final de la 2ª sesión, al Santo Padre, quien cerrará todo el proceso.

¿Qué novedades hay respecto a otros Sínodos?

Los cambios se dan entre los participantes, 464 de los cuales 85 mujeres, de las cuales 54 con derecho a voto: más espacio para las mujeres, también en la representación de las Superioras Generales – en los casos anteriores eran 10 hombres, mientras que ahora serán 5 hombres y 5 mujeres en representación de las Uniones de Superiores y Superioras Generales. Por primera vez habrá testigos de los procesos sinodales de todos los continentes, que no son Obispos y pueden ser laicos, han participado en las diferentes fases del proceso sinodal y serán miembros efectivos del Sínodo, con derecho a voto. Esto dará continuidad al camino realizado en todos los continentes, porque los testigos lo hacen presente y al mismo tiempo lo proyectan en una dimensión universal.

Otra novedad está en el método: los grupos – 35 compuestos por 10/11 personas y un facilitador – tendrán dos sesiones de encuentro con el método de la conversación del Espíritu. Escucharemos al Espíritu, que también habla a través de las resonancias o interpelaciones de las personas, podremos expresarnos, y en un tercer momento tendremos que converger en lo que consideramos importante llevar a la asamblea, como preguntas o como reflexiones. Será una dinámica muy activa, porque en los grupos todos están llamados a escuchar a los demás, a expresarse y sobre todo a hacer el ejercicio de llegar a un acuerdo, aunque no estén de acuerdo en todo. De hecho, puede haber puntos de divergencia, preguntas, ideas que se comunicarán, para tratar de respetar al máximo la riqueza que emerge.

¿Cuál será el clima, el estilo en el que se desarrollará?

El Sínodo quisiera realmente desarrollarse en un clima de oración y de atención al Espíritu . El Papa Francisco ha insistido muchas veces en decir que el Sínodo no es un parlamento, sino una asamblea espiritual, eclesial, que se deja mover por el Espíritu. De ahí la idea de comenzar con una Vigilia de oración y tres días de retiro: del 1 al 3 de octubre en Sacrofano, Roma, con intervenciones del dominico Timothy Radcliffe, del monasterio de Oxford en Gran Bretaña, y de la madre María Ignazia Angelini, del monasterio benedictino de Viboldone. Otro momento importante de oración será la solemne Celebración Eucarística de apertura, el 4 de octubre, presidida por el Papa Francisco y todo el clima de oración y silencio que se fomentará durante los trabajos, sobre las que el Papa apunta muy alto. La palabra debe surgir de la escucha en silencio y del compartir.

¿Por qué un Sínodo para una Iglesia católica comienza con una vigilia ecuménica?

Este es un mensaje fuerte. Desde el principio el Papa insistió en la dimensión ecuménica de la sinodalidad, diciendo: no hay sinodalidad sin ecumenismo y no hay ecumenismo sin sinodalidad. La idea nació de un sueño expresado por el hermano Alois, prior de Taizé, en la apertura del Sínodo el 9 de octubre de 2021. La organización incluye la Comunidad Ecuménica de Taizé, pero también la Iglesia de Roma y de Italia, así como diversas asociaciones y grupos. Estarán presentes varios líderes de otras religiones.

Es un momento importante, porque lo preparan los jóvenes entre 18 y 35 años, que llegarán a Roma desde diferentes puntos de Italia y Europa a partir de la tarde del día 29. Son jóvenes de diferentes religiones, invitados a participar de este momento sinodal. La Vigilia Juntos del 30 de septiembre en la Plaza de San Pedro es un momento importante al que todos están invitados – también las comunidades religiosas – es un momento de invocación del Espíritu, de asamblea del pueblo de Dios, en el que participan los jóvenes, para no hacerlos sentir alejados del Sínodo y vivir juntos una experiencia de sinodalidad.

En el canal YouTube de Vatican Media será posible seguir la Vigilia en ocho idiomas.

¿Cómo está involucrado el pueblo de Dios en el trabajo del Sínodo?

El Papa dijo: “Sin oración no habrá Sínodo”. El Sínodo es esencialmente un evento de oración y escucha, que involucra no sólo a los miembros de la Asamblea sinodal, sino a cada bautizado, a cada Iglesia particular. Todos estamos llamados en este momento a unirnos en la comunión de la oración y en la insistente invocación del Espíritu, para que nos guíe en el discernimiento de lo que el Señor pide hoy a su Iglesia. En esta oración toda la vida eclesial estará presente en la fuerza del Espíritu a la Asamblea sinodal. Durante la preparación, la atención se centró en la participación de las comunidades cristianas y religiosas en la oración durante el tiempo del Sínodo. Que todos sientan que no es sólo un evento que se desarrolla en el Vaticano, sino un evento en el que participamos con la oración y con el deseo de hacer crecer en nosotros las actitudes de caminar juntos, de dar nuestra contribución a la Iglesia.

Para favorecer la participación de todo el Pueblo de Dios a través de la oración, la Secretaría General del Sínodo pone a disposición materiales: una “Bendición Solemne” que se recitará al final de las Misas dominicales junto con oraciones de intercesión.

Por primera vez también habrá Expertas y Facilitadoras, servicio al que Uds., Madre Yvonne, fue invitada como participante. ¿Cuál será su tarea y con qué espíritu la vive?

Definitivamente con cierta inquietud, porque es algo nuevo. Pero también con mucha gratitud por la confianza depositada en mí y sobre todo por la confianza en el Instituto FMA. Estoy llamada a facilitar la expresión, el discernimiento y la buena realización del trabajo en los grupos, para que el Sínodo pueda dar una buena contribución a la continuidad del camino de la Iglesia. Participar en el Sínodo es también un regalo que me enriquecerá para mi misión como miembro del Dicasterio para los Obispos. Lo haré llevando en mi corazón a todo el Instituto y a todos los jóvenes. Cuento con vuestra oración y os lo agradezco de antemano.

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