Roma (Italia). El 6 de abril de 2023 se celebrará el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz, establecido por la Asamblea de las Naciones Unidas en 2013, creando un vínculo con los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, celebrados en Atenas (Grecia) el 6 de abril de 1896. El Día es una oportunidad para reconocer y promover el deporte, no sólo como un importante elemento de bienestar físico, sino, sobre todo, como un factor de cohesión social, paz, tolerancia y entendimiento mutuo, capaz de romper barreras religiosas, culturales, sociales y geográficas.

El lema de este año, Marcando para la gente y el planeta (Scoring for People and the Planet) pone de relieve el potencial que tiene el deporte para cambiar el mundo: en casi todos los países se reconoce como un derecho fundamental y como un medio para reforzar el respeto a la dignidad de cada atleta y los lazos sociales, el diálogo y la solidaridad entre generaciones, pueblos y culturas.

Mediante la práctica y la vivencia de los valores del deporte, niños y jóvenes, niñas y mujeres, personas con discapacidad y colectivos en situación de dificultad y marginación han podido acceder a oportunidades de desarrollo integral, alcanzando la salud psicofísica, la sostenibilidad y la educación. De hecho, el deporte ofrece un gran potencial para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y para la promoción de la paz y los derechos humanos.

Al final de la Audiencia General del 5 de abril de 2023 en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco ha deseado que el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz “contribuya a intensificar las intenciones de solidaridad y las actitudes de amistad y del compartir fraterno”.

Son palabras de aliento para muchas Hijas de María Auxiliadora, “todos-educadores” (entrenadores-educadores), dirigentes deportivos y sobre todo atletas que desde la infancia hasta la juventud y más allá “viven el deporte” en oratorios-centros juveniles, escuelas, parroquias, gimnasios, patios de recreo, para una “prueba” a favor de las personas y del planeta Tierra.

Este objetivo se alcanza valorizando, desde el punto de vista de una estrategia en red, el servicio de la educación integral; consolidando la relación de conocimiento, interacción, fraternidad, en una lógica de intercambio de competencias, iniciativas, proyectos, sinergias e integración pastoral; fomentando el “trabajo en equipo”, sobre todo, en el ámbito de una nueva cultura del cuidado de los que viven el deporte, del ambiente en el que se practica, de los materiales utilizados, para que sea, verdaderamente, en beneficio de la sostenibilidad ecológica; formando en “competir en la estima de los unos por los otros” (Rom. 12.10) y proponiéndose como “gimnasio de espiritualidad” y modelo de una acción pastoral de comunión.

El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, en las variadas realidades de las Comunidades educativas del mundo y, bajo diversas formas, promueve una educación deportiva abierta y solidaria, constructiva y evangélica, orientada a la vida y a la esperanza de los jóvenes, a la fraternidad y a la paz.

Frente a los desafíos actuales, la pastoral del deporte, en diferentes contextos, está llamada a pensar nuevas formas, en línea con la visión de las Encíclicas del Papa Francisco, Laudato si’ y Fratelli tutti, para ayudar a construir un futuro mejor y más sostenible para todos:

“El deporte siempre ha fomentado la universalidad, caracterizada por la fraternidad y la amistad entre los pueblos, la concordia y la paz entre las naciones; por el respeto, la tolerancia, la armonía de la diversidad. Todo evento deportivo, especialmente las Olimpiadas, donde se confrontan representantes de naciones con historias, culturas, tradiciones, credos y valores diferentes, puede convertirse en vehículo de una fuerza ideal capaz de abrir caminos nuevos, a veces insospechados, en la superación de los conflictos causados por la violación de los derechos humanos” (Papa Francisco).

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