San Paolo (Brasil). Del 3 al 24 de julio de 2022 en la Inspectoría N. S. Aparecida (BAP) se llevaron a cabo las “Semanas Misioneras”, que implicaron a 170 misioneros/as, entre los cuales adolescentes, jóvenes, educadores/as laicos, novicias y postulantes, FMA y jóvenes en discernimiento vocacional.

Las “Semanas Misioneras” son un proyecto llevado a cabo por la Pastoral Escolar y por las Obras Sociales, una tradición que dura ya muchos años y que se concretiza en el proyecto “Juventud Misionera Salesiana”. Después de dos años de pausa, a causa de la pandemia de la Covid-19, han creado una gran implicación, no sólo por parte de las comunidades parroquiales y familias que han acogido a los diferentes colectivos, sino sobre todo por parte de los adolescentes, los jóvenes y los educadores/as que se han puesto a disposición de vivir esta experiencia.

Los grupos misioneros eran 14, distribuidos en las parroquias y en las comunidades de 7 ciudades de los Estados de San Paolo, Paraná y Santa Catarina, todos “Iglesia en salida”, movidos por la alegría del Evangelio, según la invitación del Papa Francisco. Las “Semanas Misioneras”, en efecto, constituyen también una respuesta concreta a las exigencias de las comunidades eclesiales locales y a los desafíos de la evangelización.

En los tres meses precedentes a la experiencia, los/las misioneros/as han tenido encuentros sistemáticos de formación y de preparación y, antes de partir, han participado en la “Celebración del envío”, apoyados por sus familias y por los representantes de las Comunidades Educativas.

En el programa, organizado y articulado, estaban previstos momentos espirituales cotidianos para iluminar la acción evangelizadora con la Palabra de Dios, momentos de celebración con las comunidades locales – Rosario misionero, Lectura orante, Celebración eucarística, Adoración  –  las visitas a las familias con la bendición de las casas, la “pastoral de la escucha”, los talleres y el Oratorio salesiano: una propuesta educativa que ha implicado no sólo a niños/as y adolescentes, sino también a los adultos, sobre todo a las mamás.

Desde el momento en que la pandemia acentuó notablemente las distancias y el aislamiento, al inicio de las Semanas había una cierta agitación por parte de los participantes. Subrayamos que algunos/as educadores/as adultos, que se inscribieron como voluntarios, decidieron dedicar algunos días de sus vacaciones escolares para acompañar a adolescentes y jóvenes en esta experiencia.

Cada año los/las misioneros/as parten con intención de llevar la Palabra de Dios y la alegría a las personas que encuentran. Cada vez, pero, experimentan que son ellos los primeros en ser evangelizados por las personas encontradas, en cuanto que se establece una buena relación con las comunidades locales, entusiasmadas de haber sido elegidas para acoger a los/las misioneros/as.

Es lo que expresa una de las mamás de la parroquia de San Antonio de Tambaú (SP): “Cuando supe que iba a haber una misión aquí en Tambaú, estuve muy contenta, porque esta misión está hecha en gran parte por jóvenes, “los santos con zapatillas de tenis”, los fieles que la Iglesia necesita. Cuando recibí al grupo en mi casa me sentí feliz y agradecida de compartir la alegría de Cristo, un soplo de aire fresco en medio de tantos compromisos y preocupaciones”.

Los/las misioneros/as evidenciaron también la importancia de la interacción con los lugareños“gente alegre, contenta y premurosa…aunque cada uno de ellos con los propios problemas y sufrimientos. Hemos tenido la oportunidad de pasar  tiempo con ellos, de escuchar sus historias y de descubrir el bellísimo camino ya en acción. Las familias que nos han acogido se han convertido para nosotros en una familia ampliada”.

“Es una experiencia que ya echo de menos. Todas las relaciones que he construido aquí permanecerán siempre dentro de mí. También la relación con Dios me ha conmovido: no había sentido ni pensado nunca tanto en Él”, dijo Lara, que ha hecho servicio en la ciudad de Americana.

 Esta misión ha tenido un impacto enorme en mi vida y me ha mostrado cosas de las que no me había dado cuenta”, dijo otro misionero, quien también destacó el mérito de estar “sin teléfono móvil. Aprovechamos mejor los diferentes momentos“.

“Durante la semana pude desconectarme de los ruidos que me impedían sentir la presencia concreta de Dios en mi vida. ¡Y qué bueno es Dios! En este tiempo, Él ha preparado y puesto a mi lado a las personas que me han ayudado en este camino“, dijo Ricardo.

“La misión para mí ha sido un re-encuentro con Dios. Unas semanas antes lo abandoné literalmente todo. Después, el ver la alegría de todos me ha llevado a preguntarme: ¿Por qué me alejé de Dios? ¿Cuál es el fin de todo? Esta última semana ha sido la mejor que yo he tenido en mi vida”, concluyó Samantha.

“No me arrepiento ni un poco de mi sí, y creo que, ni aunque todos los participantes en la Semana Misionera se hubieran arrepentido, antes que nada estamos agradecidos por la oportunidad”.

“Puedo decir con todo el corazón que esta experiencia ha sido la más regeneradora de mi vida. Espero que Don Bosco y Madre Mazzarello estén orgullosos de vernos   usar sus mismos zapatos. Doy gracias a Dios por haberme escogido, me siento amada y privilegiada”, ha subrayado Maria.

Las Semanas Misioneras concluyeron con la celebración de la Jornada Misionera, durante la cual los/las jóvenes y adolescentes se comprometieron a continuar siendo misioneros en su propia realidad: familia, escuela, trabajo, vida social…

En el 2022, la reanudación de las “Semanas Misioneras” ha sido aún más significativa para la Inspectoría de N.S. Aparecida. El 5 de agosto las Hijas de María Auxiliadora celebran el 150º aniversario de la Fundación de la Congregación (1872-2022), nacida del corazón misionero de San Juan Bosco y de Santa Maria Domenica Mazzarello, con un proyecto preciso, volcado a la acción misionera  evangelizadora, sobre todo hacia los jóvenes más pobres y abandonados.

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