Roma (Italia). “Una experiencia que recordaremos siempre en la vida. Hemos recibido bellísimos contenidos que quizá un día olvidaremos, pero la experiencia vivida no se puede borrar, ha sido y sigue siendo formativa. Esta es la verdadera formación. Me ha enseñado a dar menos importancia las palabras y mayor compromiso en crear el clima”.

Es la expresión de una de las participantes que sintetiza bien lo vivido por las 21 neo-inspectoras, provenientes de todo el mundo, durante el curso de formación tenido en Roma en la Casa Generalicia del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, del 9 al 21 de enero de 2023, sobre el tema: “Id mar adentro y echad las redes… Hacia un estilo de animación y gobierno generativo y sinodal”.

Las jornadas estuvieron animadas por la Madre General del Instituto FMA, Sor Chiara Cazzuola, y por las Consejeras generales, que propusieron contenidos en un estilo de taller y, sobre todo, estuvieron presentes para compartir en todo la experiencia que resultó ser hermosa, intensa, familiar y desafiante.

El icono bíblico que orientó las jornadas fue la narración de la pesca milagrosa en el Evangelio de Lucas (Lc 5,1-11), profundizada en la magistral Lectio Divina tenida por sor Eliane Petri, FMA, Profesora de la Pontificia Facultad de Ciencias de la Educación “Auxilium”, que releyó, en esta perspectiva, las opciones prioritarias del Capítulo General XXIV.

La Palabra de Dios fue una verdadera “pesca” que permitió a todas  sentir la presencia del Señor que anima a no tener miedo, a ir adentro y a lanzar juntas las redes.

Alguna resonancia:

“Hemos navegado juntas en parte del viaje con una barca común. Las palabras de la Madre y de cada hermana, la presencia que se expresó en la atención a la otra, en el cuidado, en la ayuda mutua, en la gratitud, han sido para mí un espacio cotidiano de aprendizaje. Escuchando a  las otras, bien en grupos o en los encuentros personales, he reflexionado, he recibido mucha luz, inspiración para mi servicio, para las diversas situaciones concretas que afronto cada día. He podido confrontarme con mis experiencias pasadas. He podido verificar si lo que estaba haciendo en mi servicio era bueno, si iba en la dirección justa. He tenido también la oportunidad de agradecer los muchos momentos bellos vividos durante mi servicio, mi camino vocacional. He podido aprender muchas cosas nuevas. Única y preciosa ha sido la experiencia de interculturalidad, de la multitud de colores del carisma encarnado en la realidad de diversos países del mundo. Esta consciencia, esta experiencia, ayuda mucho a vivir la unidad con todo el Instituto y a cultivar el espíritu de familia. El rostro de nuestro Instituto es el rostro de las hermanas que he conocido y que me son cercanas”.

“Ha sido un momento fuerte de sinodalidad y de aprendizaje, que ha alimentado el vigor del carisma, la disponibilidad a vivir el servicio”.

“La experiencia ha reforzado la unidad y la conciencia de que juntas podemos emprender caminos nuevos y encontrar el coraje en la certeza de estar conducidas por el Espíritu Santo”.

“He tenido un pensamiento recurrente: El Instituto es obra de Dios”.

“He apreciado la fraternidad, la colaboración, el estilo de relación de la Madre y de las hermanas del Consejo general. La experiencia me ha dado valor y la convicción de que la sinodalidad es posible”.

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