Roma (Italia). El 27 de marzo de 2022  las cinco Comunidades de las Hijas de María Auxiliadora pertenecientes a la Visitaduría Maria Madre della Chiesa de Roma se reunieron en los ambientes de la Pontificia Facultad de Ciencias de la Educación “Auxilium” para celebrar juntas la Fiesta del Gracias.

La jornada se abrió con la Celebración Eucarística, acción de gracias por excelencia, presidida por don Rossano Sala, Salesiano de Don Bosco, en el Aula magna de la Facultad, durante la cual se expresó muy especialmente la gratitud hacia las hermanas que este año celebran el 25º y el 60º aniversario de vida religiosa.

Después de compartir fraternalmente el almuerzo festivo, las FMA vivieron un momento de acción de gracias en el parque del complejo, en comunión entre sí y con la creación. En los días precedentes a la fiesta, en efecto, cada Comunidad recibió una palabra del logo de la Programación 2021-2022 de la Visitaduría, sobre la cual reflexionar y a partir de la cual preparar un momento de animación para la tarde de la Fiesta.

La Comunidad S. Maria D. Madre Mazzarello, a través de un pequeño recorrido de obstáculos, invitó a todas a entrenar la audacia, un valor fundamental en la experiencia carismática y educativa de la Madre Mazzarello. La Comunidad Madre Angela Vespa, por medio de un canto animado por gestos, favoreció la reflexión sobra la generatividad, a partir de la contemplación de la naturaleza. La Comunidad Suor Teresa Valsé Pantellini, invitó a reavivar la pasión educativa, con una danza en torno a los árboles del parque, para comunicar la belleza de la vida. La Comunidad Madre Ersilia Canta, por medio de una pluralidad de expresiones artísticas, despertó en las FMA la conciencia de que todo expresa cuidado y requiere cuidado. Finalmente, la comunidad Paolo VI de Concesio, en conexión a través de la red, pidió la fidelidad a las raíces carismáticas, invitando a cantar juntas “¡0h, qué dicha!”.

La tarde concluyó con un intercambio de dones: la Visitadora, sor María del Carmen Canales, recibió el don simbólico de una planta de limón, que en el lenguaje de los árboles indica la pureza y la salvación. Cada hermana recibió después  como regalo de la Visitadora su propio árbol, en formato de marcador, como invitación a cuidar todo lo que la vida confía a sus propias manos.

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