Roma (Italia). El 26 y 27 de febrero de 2022 el grupo de nueve FMA neo-misioneras, en formación en la Comunidad Maria Ausiliatrice de la Casa Generalicia (RCG) de Roma, con la Consejera del Ámbito para las Misiones, sor Ruth del Pilar Mora, y las colaboradoras del Ámbito, vivieron un fin de semana residencial en la Casa Santa Rosa de Castelgandolfo, Roma, de la Inspectoría San Giovanni Bosco (IRO).

Bajó a Cafarnaún, junto a su madre” (Jn 2,12) era el versículo evangélico de referencia de las jornadas, unido al símbolo de la red de pescar. Los objetivos de la experiencia eran profundizar el conocimiento entre las jóvenes FMA – provenientes de Brasil, Chile, Filipinas, Ghana, Méjico, Polonia, España, Vietnam – y favorecer el intercambio entre el Ámbito y el grupo, compartiendo este tiempo con sencillez y apertura.

En la introducción a las jornadas y en la lectio divina, sor Ruth siguió el ejemplo de la homilía del Papa Francisco para la XXVI Jornada Mundial de la Vida Consagrada del 2 de febrero de 2022 y del episodio de la llamada de Pedro (Lc 5,1-11).

La Consejera acompañó a las neo-misioneras a hacer memoria de los inicios de la propia vocación, ofreciendo una línea de reflexión para repasar las motivaciones que les condujeron a responder a la llamada misionera ad gentes.

“¿Cuál es el lugar para mí del viaje de preparación para la misión ad gentes? ¿Qué significa para mí esta red vacía a partir de lo que soy y de lo que me gustaría ser? ¿Cuál es la Palabra de Dios que me impulsa a salir a las profundidades? ¿Qué me pide el Señor que deje de mi vida para estar cada vez más dispuesto a dejarme abrazar por Él y a seguirlo?” – éstas son las preguntas que ha dejado a cada una.

En los dos días se alternaron espacios y tiempos para la reflexión y la plegaria personal, con momentos de compartir en grupo y de gozosa fraternidad. El lugar inmerso en la natura, la acogida por parte de la Comunidad FMA de Santa Rosa, la escucha y el don recíproco que una es para la otra, suscitó el deseo de vivir otros momentos juntas para contemplar la belleza y continuar, renovadas, el camino hacia el propio destino misionero.

Al acabar el fin de semana, a las nuevas misioneras se les entregó unos hilos de colores, con los cuales, por medio de las distintas experiencias que vivirán durante el año, tejerán su propia red para finalmente salir a las profundidades.

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