Turín (Italia). Con ocasión de la Solemne Celebración del 150º Aniversario de la Consagración de la Basílica María Auxiliadora de Turín, la Madre General de las FMA envió un mensaje que fue leído, en su representación, por Sor Phyllis Neves, Consejera Visitadora.

Mensaje de la Madre General – Madre Yvonne Reungoat, FMA, con motivo de los 150 años de la Consagración de la Basílica de María Auxiliadora.

“Queridísimo don Stefano Martoglio, queridísimo Inspector don Enrico Stasi y Hermanos Salesianos, queridísima sr. Elide Degiovanni, Inspectora, queridísimas hermanas Hijas de María Auxiliadora, queridísimos miembros de la Familia salesiana y peregrinos devotos de María Auxiliadora, y cuantos por diversos motivos estáis aquí presentes, si bien estoy lejos físicamente, estoy en perfecta comunión con vosotros y deseo compartir la alegría por este especial aniversario a los pies de la Virgen María Auxiliadora.

Como Hijas de María Auxiliadora, somos el monumento vivo querido por don Bosco para expresar el gracias a María. Las piedras de este santuario, que ella misma se construyó como milagro de gracia, no bastaban para expresar el reconocimiento. Hacían falta corazones vivos: por esto, hoy, a los 150 años de la consagración de la basílica, todas las Hijas de María Auxiliadora de los cinco continentes nos encontramos aquí, en una inmensa peregrinación espiritual, junto con los jóvenes, los laicos y laicas de nuestras realidades y con el pueblo de Dios, variado y multicultural, del mundo entero. Todos en cuanto cristianos, somos también marianos. Porque María nos da a Jesús y nos lleva a Jesús.

Mirándola a Ella descubrimos la profundidad de los mensajes diarios que nos trae la palabra del Señor. Su silencio nos permite distinguirlos de las muchas proclamas y promesas del mundo. Con ella descubrimos la sorpresa de ser mirados por Dios, de ser amados y enviados por Él.

María nos enseña a ponernos en camino para encontrar a los hombres y a las mujeres de hoy, y contagiar vida y esperanza especialmente en el corazón de los jóvenes.

María nos ayuda a superar el sentido de impotencia y de indiferencia hacia nuestros hermanos y hermanas, la falta de confianza en las relaciones.

Ella nos comunica una prisa santa para que pidamos a Jesús el milagro del vino nuevo: el vino de la alegría que transforma los corazones y los abre a la novedad del Espíritu Santo. Con el corazón de María afirmamos que la vida, especialmente la frágil, la descartada, la ofendida en su dignidad, es preciosa y merece nuestros cuidados con una especial atención a los detalles.

A ti, Madre, confiamos las fatigas y los trabajos de la humanidad. Te presentamos el deseo de los que buscan su vocación, de los que han perdido el sentido de la vida o ya no lo buscan.

Haznos abiertas a la acción del Espíritu Santo para que podamos escribir en la existencia de todos nuestros días una página nueva de la historia: en la humanidad y en la pequeñez, en la ternura y en la compasión, atendiendo con premura a las situaciones de mayor necesidad y fragilidad.

Danos ojos capaces todavía de maravillarnos, de ver lo nuevo que ahora mismo está brotando, de abrirnos al misterio.

Haz que todos, especialmente los y las jóvenes, descubran no sólo que son destinatarios de un anuncio, sino que su misma vida es una misión en esta tierra.

Forma en todos nosotros un corazón abierto a la confianza, capaz de transmitirla a los jóvenes para que no se sientan huéspedes, sino hijos predilectos en la casa de Dios, y por eso disponibles a una fraternidad sin barreras, al servicio premuroso y solícito de los demás. Y concédenos también aprender de su espontaneidad y generosidad, del deseo de implicarse en todo aquello que sea bello y grande.

A ti, Madre, confío el deseo profundo de santidad presente en el corazón de cada Hija de María Auxiliadora: aquella santidad simpática y atractiva de aquellos que han dado testimonio, San Juan Bosco y Santa María Domenica Mazzarello, cuyas reliquias son custodiadas en esta Basílica.

Invoca sobre todos nosotros, de tu Hijo Jesús, el abrazo de bendición del Padre. AMEN!

Turín, 9 de junio de 2018 Suor Yvonne Reungoat, FMA

 

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