Roma (Italia). La Madre General del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora nos envía un mensaje para pedir que escuchemos la invitación del Papa Francisco para hacer del 23 de febrero de 2018 una jornada de plegaria y de ayuno por la paz en el mundo, especialmente por la República Democrática del Congo, el Sudán del Sur, Siria y muchos otros países del mundo.

Muy queridas hermanas,

Os escribo este mensaje para pediros que nos pongamos en sintonía con la invitación del Papa a hacer del 23 de febrero de 2018 una jornada de plegaria y de ayuno por la paz en el mundo, especialmente por la República Democrática del Congo, el Sudán del Sur, Siria y muchos otros países del mundo. Pido una plegaria intensa también por el Oriente Medio, donde en Siria los bombardeos han aumentado de nuevo estos últimos días. Nos sentimos en comunión con muchos Países de los cinco Continentes en los cuales estamos presentes y donde la gente sufre por la falta de paz.

La violencia hace crecer la pobreza. La pobreza genera un sentido de exclusión, rabia y, tal vez, también de agresividad, y es una de las causas más decisivas de las migraciones en todo el mundo. Si en el mundo se decidiese poner fin a la fabricación de las armas, a la amenaza nuclear, no habría más conflictos entre los pueblos. La fe en el Dios de la Vida nos lleva al respeto a la vida humana, a su dignidad.

La paz tiene su origen en el corazón de todas las personas y por tanto en cada una de nosotras, en cada joven, en cada familia. Nosotras somos educadoras y tenemos la responsabilidad de educar a los jóvenes a la cultura de la paz partiendo de nuestra experiencia personal y comunitaria.

Invito a todo el Instituto a hacer del 23 de febrero de 2018, en comunión con el Papa Francisco y con toda la Iglesia, una jornada dedicada a la paz, compartida con los jóvenes, con las comunidades educativas, con todas las personas con las cuales estamos en contacto.

Seguro que cada comunidad ya ha organizado este tiempo fuerte de plegaria. Pienso que la adoración eucarística y el rezo del Rosario nos pueden ayudar mucho a hacer subir al Señor, a través de la mediación de María, nuestro grito, que es el grito de los pobres que ponen toda su confianza en la escucha amorosa del Padre. En el silencio adorador, dejémonos encontrar por Jesús, Príncipe de la Paz. Él, el Bondadoso, el Manso, el Cordero inocente inmolado por nosotros, pide nuestra colaboración. Somos hoy nosotras sus manos, sus pies, su corazón, que pueden dar respuesta a Su Sed de paz para toda la humanidad.

En la plegaria del Rosario, cada cuenta rezada, con María y como María, nos hace más parecidas a su corazón de Madre que quiere siempre el bien para todos sus hijos esparcidos por la tierra.

Asociemos a la plegaria gestos de paz, para que en todo el Instituto la paz se pueda respirar e irradiar a círculos concéntricos cada vez más amplios.

El Papa Francisco ha extendido la invitación también a los hermanos y hermanas no católicos y no cristianos, para que se asocien a esta iniciativa en las modalidades que sean más oportunas.

Todos estamos invitados a esta jornada de plegaria y de ayuno por la paz.

Lo mismo la plegaria que el ayuno empiezan ante todo por nosotros. Hablamos no sólo de ayuno material, sino de ayuno de juicios, palabras y pensamientos negativos. Podemos albergar violencia también en las palabras y en la mirada. Queremos purificar el corazón, la mirada, el pensamiento, las palabras, y regalar acciones de paz, pensando en tantos hermanos que sufren esta carencia, seguros de que “nuestro Padre celeste escucha siempre a sus hijos que lo llaman a gritos en el dolor y en la angustia, “sana a los de corazón roto y venda sus heridas”. (Sal 147, 3) (de las palabras del Ángelus, 4 de febrero de 2018).

Os saludo con afecto. Sentidme en comunión. Dios os bendiga.

Sor Yvonne Reungoat, FMA

Superiora General de las Hijas de María Auxiliadora

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