Roma (Italia). La Comisión Histórica Espiritual Litúrgica, constituida en vista de la canonización de Sor María Troncatti (1883-1969), ha desarrollado un itinerario para conocer mejor la figura de la Beata, su mensaje y su actualidad – a partir del lema «Madre, misionera, artesana de paz y reconciliación» – con un vídeo y una ficha de profundización y de reflexión propuesta el día 25 de cada mes, en memoria de su nacimiento en el cielo.
Después del primer vídeo, presentando sus orígenes y los primeros años de su vida, en la 2ª etapa, con la entrevista al señor Cosimo Cossu – salesiano coadjutor, misionero durante 20 años en Ecuador, donde pudo compartir los últimos tres años de vida de Sor María Troncatti – se destaca su maternidad espiritual, fruto de su encuentro con Jesús y de su convertirse en «auxiliadora» entre la gente.
Su corazón era el de una verdadera madre. Todos los que la necesitaban eran bienvenidos. Sin distinción, Colonos y Shuar encontraron en ella una palabra de consuelo, una mirada maternal, una escucha profunda de sus dificultades. Así como una madre está más atenta al hijo más débil, sor María tenía un ojo de predilección por los más necesitados y desheredados: las mujeres, los niños, los huérfanos, las personas en dificultad eran el objeto de su cuidado. Cuidar a los enfermos, educar y salvar a los niños era su misión. En el curso de su existencia lo había dado todo a los demás y no se había guardado nada para sí misma. Su verdadera riqueza eran sus relaciones con la gente. Ya anciana, como sucede con una madre de verdad, era visitada por sus amados «hijos».
«Ya no puedo trabajar», dijo, «pero estoy feliz de quedarme con mis pobres salvajes: siempre vienen enfermos al hospital, siempre vienen de lejos a visitarme«.
Cualquiera podía encontrar a la querida «abuelita» en el umbral del Hospital «Pío XII» – por ella muy querido – sentada, ahora con las piernas hinchadas, lista para acoger a todos. Como misionera salesiana había aprendido a amar apasionadamente a Cristo, demostrando el mismo amor apasionado en los gestos concretos de cada día a las personas a las que era enviada.
En 1922, en Nizza Monferrato, la joven colegiala Marina Luzzi, ya moribunda, le había anunciado la tierra donde viviría el Da mihi animas cetera tolle. Sor María, que la asistía como enfermera, estaba perpleja, pero a los pocos días recibió la comunicación de Madre Caterina Daghero: sería misionera en la selva ecuatoriana. Las palabras de Don Bosco en la carta de Roma de 1884 marcarían su presencia entre aquellas personas:
«No basta con amar… pero ellos mismos deben darse cuenta de que son amados».
Sor María con su maternidad, con gran humildad, con escucha y bondad amorosa, había conquistado los corazones de todos. Su principal preocupación era aliviar el sufrimiento. No podía permanecer indiferente a ningún tipo de sufrimiento, sino que inmediatamente buscaba ayudar y consolar como «una verdadera madre «.
Es la maternidad que experimentó el joven salesiano Cosimo Cossu, destinatario de la última carta escrita por Sor María en vísperas de su muerte -ocurrida en Sucúa, Ecuador, el 25 de agosto de 1969 a causa de un accidente aéreo- con saludos por su onomástico antes de partir hacia Quito.
El material se ofrece para ser adaptado, ampliado y acomodado a los contextos para promover el conocimiento de la figura de Sor María Troncatti en las comunidades educativas, entre los jóvenes, en la Iglesia local y en el territorio al que pertenece. El video está traducido en los idiomas principales. Se pueden seleccionar subtítulos de YouTube.
Gracias Cosme por este hermoso testimonio!
Gracias Cosme, por este hermoso testimonio!
Gracias hermano Cosme por compartir su experiencia de haber vivido junto a nuestra Santa.. Que Sor Maria Troncatti le bendiga. Saludos desde Sucua