Roma (Italia). La Jornada de plegaria y de ayuno en memoria de los misioneros mártires, que se celebra el 24 de marzo de 2021, es una invitación a hacer memoria de los muchos misioneros y misioneras llamados a entregar la propia vida, dando testimonio concreto de la fe hasta dar la vida.

A la palabrea mártir – del griego màrtys, “testigo” – desde la Iglesia de los primeros siglos se asocian los testigos fieles que, a ejemplo de Cristo, no se resisten a la muerte, para que otros tengan vida. El testigo misionero pone a disposición la propia vida, para que en ella actúe y brille la gracia. Su vida se entrelaza con la vida de las personas que conoce y sirve cada día, tejiendo fraternidad, como sarmientos de la misma vid que es Cristo.

El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora es misionero. Acoge el mandato misionero de Jesús, para que la Palabra de Dios llegue a todas las gentes como palabra de vida, de fe y de ciudadanía activa: “Misioneras son las FMA enviadas a/entre las gentes, y todas las que dan testimonio y anuncian a Cristo con compromiso generoso y audaz en el propio ambiente de vida y en las nuevas fronteras de la misión”.

En el Blog “Andate” del Ámbito para las misiones se ha inaugurado un espacio –   “Il vino buono” – en el cual se presentan los testimonios de FMA misioneras ad gentes que, dando la propia vida cumplen cada día el milagro del “vino bueno” para la vida de muchos jóvenes, niños y familias. Las misioneras explican las alegrías y las dificultades de inserción en la nueva realidad, las experiencias que las han ayudado a crecer en la fe, los momentos fuertes vividos como misioneras ad gentes.

“¿Qué aspecto ha resultado más importante para tu vida consagrada después de haber respondido a la vocación misionera ad gentes?” “Vivir unida a Él. Me han llamado siempre la atención las palabras del Evangelio: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos y sin mí no podéis hacer nada”.  Si la rama se desprende de ella muere, se seca y cae fuera, si no está Él en mí puedo dar la vida, pero de nada sirve,  por tanto si quiero ayudar a las almas a conocer a Jesús y salvarse, debo ser una con Él. Este pensamiento ha sido siempre mi mayor deseo”.

Recordar y celebrar el testimonio de misioneros y misioneras que cada día dan la vida, entrelazada en un tejido de fraternidad, es seguir trayendo sus frutos al Instituto FMA, a la Iglesia y al mundo.

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