Roma (Italia). El 27 de enero de 2023 se celebra la Jornada internacional de la memoria de las víctimas del Holocausto, en el aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, en Alemania, en el mismo día de 1945. El aniversario, ya conmemorado en algunos Países – en Alemania en el 1996 y en Italia en 2001 – fue instituido a nivel mundial el 1º de noviembre de 2005 por las Naciones Unidas, en el 60º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial.

Al final de la Audiencia General del 25 de enero de 2023, el Papa Francisco recordó la Jornada, poniendo el acento en la importancia de no olvidar tal exterminio de vidas humanas y de erradicar el odio:

“El recuerdo de aquel exterminio de millones de personas judías y de otras fes no puede ser olvidado ni negado. No puede haber un compromiso constante de construir juntos la fraternidad sin haber primero disipado las raíces del odio y de la violencia que alimentaron el horror del Holocausto”.

La pérdida, a lo largo de los años, de testigos directos del Holocausto, tanto los que escaparon de la persecución como los que presenciaron los hechos, pone en riesgo la memoria de estos eventos que han marcado la historia humana, fundamental para educar a la paz y a la fraternidad a las nuevas generaciones, y para evitar lo más posible que se repitan semejantes atrocidades.

Por esto, adquiere gran relevancia la recogida histórica de testimonios directos o indirectos, como los de las religiosas que en aquellos años fueron protagonistas valientes en la caridad, escondiendo en sus ambientes centenares de judíos,  sin sustraerse al riesgo de denuncia y de encarcelamiento.

Entre éstas. las Hijas de María Auxiliadora de las Comunidades de Roma, de la Inspectoría San Giovanni Bosco (IRO), que desde el otoño de 1943 al 4 de junio del ’44, durante la ocupación de la capital por parte de los Alemanes, abrieron sótanos y áticos a la recepción de un gran número de evacuados: ésta es una cifra no especificada, dado que estos “tránsitos” casi nunca aparecieron en las crónicas y documentos de la Casa, precisamente para no comprometer la seguridad de las hermanas y de los “protegidos”.

En un testimonio recogido en el 2002, sor Pia Palombi, FMA que desde el 1943 se encontraba en Roma en la Casa de via Marghera, cuenta: “Allí los acogíamos escondiéndolos no sólo en la portería, sino que ocupábamos para ellos todos los espacios posibles de la casa y sobre todo el ambiente del pensionado al que se accedía desde los sótanos, pasando por una escalera de caracol interna bastante oculta a los ojos externos; de hecho, para entrar en ella se había construido una puerta invisible para aquellos que miraban desde el exterior, tanto que esta puerta había sido blanqueada como la pared sólo para que no se notara lo más mínimo que había una puerta de entrada.          

Estas familias judías se quedaron en nuestra casa día y noche, comprometiéndonos a alimentarlas y hacerlas sentir bien. No recuerdo con exactitud cuántas personas y familias eran, sé que eran verdaderamente muchas porque cada una de nuestras hermanas, más de cincuenta, les habían dado el segundo vestido para ponerse en caso de emergencia” (G. Loparco, Ebrei e molti altri nascosti negli Istituti religiose di Roma, en G. Vecchio – a cargo de – Le suore e la Resistenza, Milán, In dialogo 2010, p. 281-374).

Siempre en via Marghera, sor Claudia Daretti, hace algunos años, como Secretaria Inspectorial, recogió diversos testimonios de FMA que acogieron a refugiados judíos en las Casas de Roma. Con voz cálida y apasionada, añade:

“En las crónicas casi nunca se nombraba a los judíos: lo hacían por motivos de prudencia. A las mujeres las vestían de monjas y les daban tareas, como planchar o lo que fuera, para que parecieran personas de la Comunidad. A los niños, como había una colonia, los juntaron con los demás. Sor Pía dijo que en una inspección de los soldados, ella respondió normalmente, diciendo que todos eran niños de la colonia, y ellos no se dieron cuenta de nada, pero cuando salieron ella casi se desmayó, tanta era la angustia.

Aquí muchos estaban hospedados en el tercer piso y encerrados dentro todo el día. Dos hermanas – ya fallecidas – se ocupaban de ellos y me habían confiado que las hermanas de la Comunidad no sabían casi nada, precisamente por prudencia: iban sólo a llevar la comida a estas personas, que no podían moverse ni hacerse ver a través de las ventanas. Sólo de noche salían por esta pequeña puerta, bajaban y tomaban un poco de aire.

Estas personas encontraron una gran acogida y quedaron muy agradecidas. Hasta donde yo sé, nunca las encontraron en nuestras casas, siempre permanecieron ocultas hasta el final de la guerra. Las hermanas lo hicieron todo con el temor de ser descubiertas, pero con gran disponibilidad, y nada les sucedió”, termina sor Claudia.

Home And BelongingCasa y membresía” – es el tema de la Jornada de la Memoria 2023, con la intención de reflexionar particularmente sobre los significados de estos conceptos, puestos radicalmente en discusión por los autores del Holocausto. Son éstas, en efecto, dos necesidades fundamentales de cada hombre o mujer, que desafían su propia humanidad y ayudan a fortalecer el sentido de responsabilidad en la lucha contra los prejuicios y el discurso de odio.

En las Comunidades de las FMA de Roma, como en muchos otros Institutos religiosos y en las residencias de los bienhechores, muchos judíos han podido encontrar acogida e incluso “sentirse como en casa”, como se desprende sobre todo de los testimonios de los niños que, incluso en ese terrible contexto, pudieron encontrar algún alivio.

Mantener vivos estos testimonios, aunque desgraciadamente cada vez menos directos, ayuda a identificarse con las situaciones de angustia y dificultad que no faltan ni siquiera a los hombres y a las mujeres de hoy y a renovar el compromiso hacia todas las “criaturas como nosotros”, con la alegría en el corazón de religiosas como sor Pía, que afirman:

“Puedo decir que mientras estábamos día y noche preocupadas entre peligros, dificultades y sacrificios, sentíamos mucha alegría en nuestros corazones por salvar estas vidas de criaturas como nosotras, por lo que sentíamos que Jesús estaba con nosotras para ayudarnos y apoyarnos”.

1 COMENTARIO

  1. Sempre mi commuove la storia dell’Olocausto e non vorrei proprio che si ripeta; SHALOM pienezza di vita per ogni creatura umana. Prego per coloro che stanno progettando il male per l’umanita’ intera.
    Visitando Auschwitz in Polonia (non in Germania; la c’e Dachau) anch’io svenivo dall’orrore,
    visitando Yad w Sham in Israel i miei sentimenti e reazioni erano offuscati e confusi …
    ripetevo le parole del papa “Mai più la guerra, mai più la guerra”.
    Ora mi rimane da pregare tanto , tanto, perché cresca l’uomo di pace e non di violenza…
    Grazie per la ricerca delle testimonianze. Fanno bene e sono convincenti.

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