Roma (Italia). El 24 de marzo de 2022 se celebra la 30ª Jornada de oración y de ayuno en memoria de los misioneros mártires promovida por el Movimiento Juvenil Misionero, hoy Missio Giovani, en el día del asesinato de monseñor Óscar Romero (24 marzo 1980), asesinado en San Salvador por sus compañeros soldados, leales al régimen. Las razones del martirio del Santo de América, canonizado el 14 de octubre de 2018 por el Papa Francisco, fueron la cercanía y haber dado voz a los últimos.

 Voz del Verbo es el tema de la Jornada 2022: la voz de los mártires, en efecto, es voz del Dios hecho hombre para manifestar su cercanía a la fragilidad de la vida, que se transforma en semilla, en un brote para las comunidades cristianas.

En el vídeo de presentación, Giovanni Rocca, Secretario nacional de Missio Giovani, compara la Jornada de los Misioneros Mártires, día de oración y de ayuno, a la Celebración de la Pasión del Señor, “en la que vivimos y metabolizamos la muerte, el sacrificio, la crueldad y el sufrimiento que atenazan este mundo y su gente. Pero también es día de fiesta, de resurrección, de asunción de la consciencia de que el epílogo de la vida humana no es más que una fase transitoria”.

Según los datos de la Agencia Fides, de las Pontificias Obras Misioneras, del 2000 al 2022 han sido martirizados en el mundo 536 misioneros. En el 2021 fueron 22 – 13 sacerdotes, un religioso, 2 religiosas, 6 laicos – misioneros ad gentes, pero también cristianos católicos comprometidos en la actividad pastoral. Hombres y mujeres que han “simplemente” dado testimonio de su fe en contextos de violencia, desigualdad social, explotación, degradación moral y ambiental, que han compartido la vida diaria con los hermanos y las hermanas, los mismos riesgos y miedos, violencias y privaciones, ofreciendo el testimonio cristiano hecho de pequeños gestos feriales como germen de esperanza.

En el material para la animación y la sensibilización ante la Jornada, preparado por la Fundación Missio, entre los video- testimonios se encuentra el de Nadia De Munari, misionera laica de Schio (Vicenza), asesinada el 24 de abril de 2021 a los 50 años de edad, en el barrio pobre de Nuevo Chimbote en Perú. Allí había estado presente durante 30 años con los operadores de la Operación Mato Grosso (OMG), un movimiento de voluntariado juvenil al servicio de los pobres de América Latina fundado por el P. Ugo De Censi, Salesiano de Don Bosco.

Como él, también Nadia vivió siempre “la necesidad de dar vida a la fe, de no contentarse con las palabras de fe, sino de llegar a entrar en el misterio real de los pobres, de los jóvenes, de las personas que te rodean”, explica en el video Massimo Casa, de la OMG.

Por sus competencias de maestra de asilo, Nadia había sido invitada por don Ugo a coordinar seis asilos y una escuela elemental en un barrio pobre de Nuevo Chimbote, en la costa centro-septentrional del Perú, una zona desértica adonde los migrantes llegaron de los Andes para conquistar un pedazo de tierra con la ilusión de un futuro mejor,  donde la miseria y la degradación se manifestaban con violencia. “El sueño de Nadia era el de empezar por los niños: un niño, si lo acompañas desde pequeño, edúcalo para que pueda desear ser un hombre bueno”, explica Massimo.

Aquí Nadia también había fundado la casa familiar “Mamma mia” para madres solteras, donde acogía a adolescentes con dificultades y donde ella misma vivía. “Son precisamente las jóvenes madres las que la rescataron la noche en que fue atacada –  gravemente herida con machetes para llevarse un puñado de dólares y su teléfono móvil – tratando de salvarla con una carrera contra el tiempo para llevarla al hospital de la capital Lima” (cf. “Nadia che amava i fiori” de Miela Fagiolo D’Attilia).

La franqueza en las palabras y en la vida, el deseo de llegar lo más posible a la esencia de las cosas y de llevar a los jóvenes a hacer la verdad consigo mismos y a compartir con los pobres, su presencia sencilla y genuina, pero incisiva en la vida de quienes la habían conocido, son las características de Nadia que emergen de los testimonios: “Su compromiso era de 360 grados, se había entregado a este servicio. Sus días eran de compromiso, actividad, dedicación a la planificación y cuidado de los olvidados. En todo este regalo, Nadia siempre estaba serena. Estaba convencida de que era una forma hermosa e importante de vivir su vida”.

Nadia amaba las flores y allí en el desierto, donde faltaban, le hubiera gustado tener un jardín. Su vida, como la de tantos misioneros mártires, ahora es una semilla echada en el terreno de  muchos pobres y jóvenes voluntarios, que continuará haciendo florecer de esperanza el desierto.

Material de animación

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