Jerusalén (Israel). Del 1 de junio al 10 de julio, en la Casa San Giovanni Bosco de Jerusalén, Inspectoría Jesús Adolescente (MOR), 18 Hijas de María Auxiliadora de 12 Inspectorías del mundo participaron en el 24º Proyecto Jerusalén.

Promovido por el Ámbito de Formación del Instituto FMA, el Proyecto Jerusalén es una experiencia de escucha y confrontación con la palabra de Dios para un auténtico discernimiento personal y comunitario; una oportunidad privilegiada de encontrar al Señor en los lugares donde se ha realizado el misterio de la salvación; la posibilidad de profundizar en las raíces bíblicas del carisma salesiano, también con miras a acompañar a los jóvenes en su encuentro con la Palabra de Dios.

Acompañadas y guiadas por la Coordinadora del proyecto, sor Mercedes Martín León, y por sor Maria Ko, profesora emérita de Sagrada Escritura de la Pontificia Facultad de Ciencias de la Educación “Auxilium” de Roma, las participantes vivieron estos 40 días como una comunidad internacional y, como discípulas de la Palabra, han tratado de cultivar una actitud de escucha y de acogida de la diversidad, dejándose tocar por Jesús-Verbo que pide dejar espacio para el encuentro con el Verbo hecho carne en esta tierra.

“Una Tierra, una Historia, un Pueblo, un Libro y un Carisma” fue el hilo conductor de la experiencia, a partir de la invitación a dejarse interpelar por la Palabra de Dios en el Evangelio de Juan: “Jesús les dijo: «¿Qué buscáis?» Ellos le respondieron: ” Rabí -que traducido significa Maestro- ¿dónde vives?”. Él les dijo: “Venid y veréis”. Fueron, pues, y vieron dónde moraba, y se quedaron con él aquel día» ( Jn 1, 38-39).

El estudio que precedió a cada visita a los lugares santos y la peregrinación, enriquecidos por las pausas para el silencio y la oración, fueron las dos perspectivas de las jornadas. Estudiando y caminando sobre la geografía de Tierra Santa, sobre su rica historia y sobre la de su gente, las participantes releen las historias bíblicas en los lugares santos de la redención, viviendo la historicidad de la Palabra de Dios, siguiendo los pasos de Jesús, respirando el aire que respiró, mirando el cielo, la tierra, el mar que vio y que cuentan la historia, tratando de captar en ellos la acción de Dios.

Las etapas y lugares visitados fueron varios: desde Jerusalén hasta el valle del Jordán, Tabor, Naín, Nazaret, Galilea, Caná, Banias, Cesarea de Filipo, Cafarnaún, Tabga, Monte de las Bienaventuranzas, Lago Tiberíades, Muhraga, Monte Carmelo, Haifa Cesarea Marítima, Yaffo, Betania, Jericó, Desierto de Judá, Qumran, Mar Muerto, Belén, Cremisan, Ain Karen, Yad Vashen, Abu Ghosh, Beit Jamal, Emaús y Nicópolis .

El encuentro con la Palabra

“Caminamos por estos lugares con el corazón, el alma y la mente a la escucha para prepararnos para un encuentro con la Palabra” – relataron las participantes-. “Hemos encontrado los lugares de la Revelación, los lugares de la encarnación, los lugares de la predicación del Señor y los lugares de su pasión, muerte y resurrección. Hemos leído la Palabra de Dios donde fue revelada y encarnada, y donde realizó muchas señales. No fue una lectura bidimensional, lineal y de papel, sino tridimensional, porque la leemos en contexto, y esto nos ayudó a integrar, unificar y ampliar nuestro conocimiento bíblico, para tener una visión más concreta de la Escritura”.

Releer la propia vida como historia de salvación

“En la tierra de la Biblia, guiados por la Palabra escuchada, tocada y experimentada en los lugares donde fue proclamada, escuchando los ruidos, viendo los colores y saboreando los sabores, experimentando el calor y sumergiéndonos en el paisaje de la Tierra Santa, tuvimos la oportunidad de releer nuestra vida como una verdadera historia de salvación, y ha crecido en cada una de nosotras el profundo deseo de seguir revisitando los hechos que constituyen el fundamento de nuestra fe”.

Experiencia de fraternidad humana

“Fueron enriquecedoras las visitas a las comunidades FMA y de los hermanos SDB en Tierra Santa, y los encuentros con las demás religiones presentes en esta tierra. Nos hemos encontrado con numerosos peregrinos que con su fe nos han hecho sumergirnos en la tradición viva de fe de los miles de peregrinos que han dejado su testimonio en estos lugares a lo largo de la historia y al mismo tiempo nos han hecho sentir la cercanía de un Dios que ha querido nacer y vivir entre su pueblo”.

Las raíces bíblicas del Carisma salesiano

En este marco, tan arraigado en el corazón de la Iglesia y del Instituto, en este camino de redescubrimiento de la Sagrada Escritura y de su mensaje de vida, se apreció mucho la posibilidad de profundizar en las raíces bíblicas de nuestro Carisma y su impacto vital en la vida y misión de nuestros santos Fundadores. Esto ha fortalecido en nosotras la decisión interior de querer responder cada vez mejor a la llamada del Espíritu, como discípulas de Jesús y verdaderas oyentes de su Palabra.

El testimonio de una misionera

Entre los participantes, también estaba sor Alice Lucia Razanatoany, una nueva misionera de Madagascar destinada a Túnez, quien expresó su gratitud así:

“Para mí es un gran regalo del Instituto poder participar en este Proyecto en el año en que celebro el 25º aniversario de mi profesión religiosa y el inicio de mi vida misionera en Túnez. Como en la cultura de una parte de Madagascar antes de casarse la joven conoce el lugar de su marido ‘mizaha tany’ para la inserción en la nueva familia, así al inicio de mi misión sentí que Jesús quería que yo conociera más de su vida, de su realidad, de su historia y de su sentir en el cumplimiento de la voluntad de Dios. Lo que hemos vivido no es una simple peregrinación, sino encuentro con una Tierra, una Historia, un Libro, la Palabra de Dios que es persona, Jesús”.

El agradecimiento de las participantes

“Al final de esta rica experiencia, pudimos hacer nuestras las palabras del salmista: ‘¡Qué alegría cuando me dijeron: Iremos a la casa del Señor! ¡Y ahora nuestros pies se detienen en tus puertas, Jerusalén!’ (Salmo 122) Y con esta alegría damos gracias a Dios, la Madre y su Consejo, a nuestras Inspectorías y a nuestras comunidades a las que pertenecemos, que nos han dado este don precioso que constituye un válido medio de renovación vital para cada una de nosotras y para nuestras Inspectorías”.

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