Roma (Italia). El 16 de febrero de 2024 se cumple el 141 aniversario del nacimiento de la Beata María Troncatti, Hija de María Auxiliadora misionera en Ecuador (1883-1969). En su vida de apasionada evangelizadora-misionera, ha experimentado cómo “la perspectiva educativa del Sistema preventivo es la fuerza que puede involucrar a los jóvenes en un proyecto común de interacción y habilidades” (Actas del Capítulo XXIV).

En la misión, su presencia de madre totalmente entregada a la misión juvenil y a la ayuda a los enfermos, en total abnegación, se convirtió en el trampolín para la caridad heroica de los jóvenes, dispuestos incluso al don de la vida.

En la década de 1930-1939, llamada de urgencia para asistir a una mujer Shuar gravemente enferma, Sor María acudió acompañada de un joven Shuar orgulloso de estar a su lado. Sin embargo, en el camino de regreso, el río Upano había crecido tanto que al joven Juan le resultó muy difícil localizar el punto accesible para el vado.

Cuando creyó haberlo encontrado, armado con un palo largo inició la travesía. La hermana María estaba detrás de él tomándole la mano y caminando lentamente. La corriente era muy fuerte. Puso el pie sobre una piedra lisa y resbaló, perdiendo el equilibrio. Gritó: “María Auxiliadora, sálvame”. Tenía agua alrededor del cuello y sentía que se estaba congelando. El joven shuar le apretó la mano le dijo que se agarrara de su cinturón y así, lentamente, contra corriente, llegaron a la orilla.

Al tocar la orilla, el joven se puso a llorar y a sollozar: “Ah, madrecita ¡Cuánto miedo tenía de perderte! Si morías, ¿qué habría sido de nosotros?”. Mientras tanto, al cabo de unos días el joven shuar empezó a toser insistentemente. Sufrió hemoptisis y Sor María luchó con todos sus medios para salvarle la vida. Unos meses más tarde, el joven shuar murió diciendo: “Muero feliz porque voy al cielo. Me considero afortunado de haber podido salvar la vida de Sor María… su vida vale más que la mía.” Sor María lloró profundamente por el sacrificio de la vida de aquel joven en favor de la suya.

Sor María vivió con generosidad y don total el “yo voy” salesiano típico de Valdocco y Mornese, suscitando por contagio el “yo voy” de Juan, que murió feliz por haber salvado la vida de sor María de la violencia insidiosa del Río Upano.

En la misión ecuatorial los jóvenes, ante el testimonio de sor María y de los misioneros salesianos, no sólo fueron objeto de su amorosa atención educativa, sino que incluso llegaron a superarlos en heroísmo.

¿Cuán grande debió ser la dedicación, bondad y abnegación de Sor María para hacer germinar tal heroísmo en el corazón de aquel joven?

En la revista Gioventù Missionaria de 1931, Sor María relataba cómo el Sistema Preventivo producía frutos de transformación en los corazones de los jóvenes y del pueblo Shuar:

«Desde hace 15 semanas vamos, una vez por semana, al kivari de los dos Kivarie más cercanos, para llevar la luz de la verdad eterna entre esas tinieblas y levantar esas pobres almas brutalizadas, dando también a sus cuerpos las ayuda posibles y que se necesitan con más urgencia. Ellos mismos vienen a recogernos a la residencia para acompañarnos por los difíciles senderos, y ayudarnos a vadear el famoso río Upano, que se hace en parte en canoa y en parte a hombros de los propios kivari, quienes se sienten gloriosos con el dulce ¡peso!

En el Oriente ecuatorial resonaron ciertas las palabras de Don Bosco en la Carta del 84: “Que los jóvenes no sólo sean amados, sino que ellos mismos sepan que son amados” y, transformados por la bondad y la entrega, de lobos en corderos, fueron capacitados para dar la vida por sus educadores.

En este día particular, una cadena de oración por la intercesión de la Beata María Troncatti pide su canonización. De Oriente a Occidente, el Instituto de las FMA, según el deseo de la Madre General, Sor Chiara Cazzuola, intensifica la oración por la canonización de la gran misionera lombarda en Ecuador, confiando en la Palabra de Jesús: “Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si pedís algo en mi nombre, yo lo haré” (Jn 14,13 – 14).

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