Roma (Italia). El 6 de julio de 2023, la Oficina de Prensa del Vaticano anunció el programa de la visita apostólica del Papa Francisco a Mongolia, que tendrá lugar del 31 de agosto al 4 de septiembre de 2023.

El viernes 1 de septiembre por la mañana llegará al Aeropuerto Internacional “Chinggis Khaan” de Ulaanbaatar y al día siguiente, en el salón “Ikh Mongol” del Palacio de Estado, se reunirá con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático, el Presidente de Mongolia Ukhnaagiin Khürelsükh y el Primer Ministro.

Por la tarde habrá un encuentro con obispos, sacerdotes, misioneros, consagrados y consagradas y agentes de pastoral mientras que el 3 de septiembre tendrá lugar el encuentro ecuménico e interreligioso en el “Teatro Hun” y la Santa Misa en la “Arena Estepa”. El viaje terminará el 4 de septiembre con un encuentro con los trabajadores de la caridad, la inauguración de la casa de la misericordia, y la ceremonia de despedida.

La noticia de la visita apostólica del Santo Padre Francisco a Mongolia era largamente esperada por la joven Iglesia, que en 2022 celebró el 30° aniversario de presencia en el país en presencia de Monseñor Giorgio Marengo, Prefecto Apostólico de Ulaanbaatar, creado Cardenal por el Santo Padre en el Consistorio del 27 de agosto de 2022.

La primera evangelización de Mongolia la realizan los nestorianos llegados de Persia en el siglo VII, pero recién en la primera mitad del siglo XX se encomendó oficialmente a la Congregación del Inmaculado Corazón de María. El régimen comunista de la época frenó entonces el trabajo de los misioneros, que pudieron retomar la misión en 1991, tras el fin de la dictadura comunista. A partir de ese momento comenzó la afluencia de hombres y mujeres misioneros, entre los cuales, en 2007, llegaron a Mongolia las primeras Hijas de María Auxiliadora de la Inspectoría Stella Matutina (KOR).

Presentes en Ulán Bator con la Comunidad de María Auxiliadora, las FMA se ocupan de la educación de los niños y niñas en las escuelas infantiles y primarias. Está prevista la construcción de la escuela media, con el fin de integrar la educación en todos los grupos de edad jóvenes. Además de las actividades escolares, las hermanas continúan con el Centro María Auxiliadora, con actividades extraescolares y un Oratorio. Junto a la Prefectura Apostólica de Ulaanbaatar, se está planificando una segunda presencia educativo-evangelizadora para jóvenes en otro lugar.

La Iglesia mongola tiene algo de Iglesia primitiva: es pequeña, joven, sin muchas estructuras, pero con fuertes lazos entre los misioneros y su obispo, el cardenal Marengo, entre el pequeño rebaño de cristianos y sus pastores. Si bien la evangelización de este país no es fácil, el corazón de Mongolia es profundo y en su interior están las semillas de la trascendencia, de la búsqueda de algo más grande, casi como el tamaño y la amplitud de las tierras que rodean a los habitantes.

Desde un punto de vista oficial, la visita del Papa es de gran importancia para facilitar las relaciones bilaterales entre la Iglesia y el gobierno mongol, sin duda importante para la organización de la misión apostólica eclesial en este país en continuo desarrollo.

Es lo que expresa también el lema del viaje – “Esperanza juntos” – que expresa el doble sentido del viaje, de visita pastoral y de visita de estado, en el que se comparte y exige la colaboración la virtud cristiana de la esperanza.

En el logo, arriba de la escritura se encuentra el mapa del país, salpicado con los colores de la bandera nacional (rojo y azul); en el centro un ger, la casa tradicional, de la que se eleva una humareda amarilla (el color del Vaticano). A la derecha se encuentra una cruz. La cruz y el ger están contenidos entre dos escritos verticales que, en el idioma mongol tradicional, retoman el lema.

Por lo tanto, se necesita mucha oración por los católicos mongoles y sus pastores, por los hombres y mujeres misioneros, por los agentes pastorales, colaboradores en las diversas actividades de caridad y promoción humana, para que encuentren iluminación y fuerza evangelizadora a través de la presencia y las palabras del Papa Francisco, y la joven Iglesia misionera crezca confiada, sostenida por el poder renovador del Espíritu Santo en el “país de los cielos eternamente azules”.

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