La politica a servizio della Pace

Roma (Italia). El 1º de enero de 2019 se celebró la 52ª Jornada Mundial de la Paz. El objetivo de esta Jornada es dedicar el día de Año Nuevo a la reflexión y a la oración por la Paz.

“La buena política está al servicio de la paz”. Es éste el tema del mensaje del Papa Francisco para la 52ª Jornada Mundial de la Paz. Se trata de un “reto” para promover una “buena política” que recuerda las virtudes de esta particular “forma eminente de caridad”.

No en solitario, sino con María, la que engendró a Jesús, Príncipe de la paz. Con ella perseguimos la paz con intrepidez evangélica. María es Madre de la Vida, Mujer del diálogo, de la ternura, de la misericordia y, por ello, Mujer de paz.

La paz se asemeja a la esperanza de la cual habla el poeta Charles Péguy; es como una flor frágil que Intenta florecer entre las piedras de la violencia, según se lee en el Mensaje. La búsqueda del poder a toda costa lleva a los abusos e injusticias. La política es un medio fundamental para construir la ciudadanía, pero si los que la ejercitan no la viven como servicio a la colectividad humana, puede convertirse en instrumento de opresión, de marginación e incluso de destrucción.

Cuando el hombre es respetado en sus derechos brota en él el sentido del deber de respetar los derechos de los demás. Los derechos y los deberes del hombre hacen crecer la consciencia de pertenecer a una misma comunidad, con los otros y con Dios.

Estamos llamados a traer y a anunciar la Paz como la buena noticia de un futuro donde cada viviente es considerado en su dignidad y en sus derechos. La “buena política” está al servicio de la paz; es tarea de cada ciudadano y en particular de quien ha recibido el mandato de gobernar. Porque esta misión consiste en salvaguardar los derechos de todos y de animar el diálogo confiado entre las culturas, las generaciones, los ciudadanos. El punto de partida es la confianza recíproca, la lealtad, la sinceridad.

La Paz es la consecuencia de un gran proyecto político, pero es también un reto, algo que se ha de conseguir día tras día, que implica tres dimensiones: la paz consigo mismo, la paz con los otros, la paz con la creación. El Pontífice recuerda que: “Hoy más que nunca, nuestras sociedades necesitan “artesanos de la paz”.

La Madre General de las Hijas de María Auxiliadora, M. Yvonne Reungoat, en la Circ. n. 969 escribió: “Todos deseamos la paz; muchas personas la construyen cada día con pequeños gestos y muchos sufren y soportan pacientemente el cansancio de reiteradas tentativas para construirla. Mi pensamiento se traslada a Valdocco y a Mornese donde el compromiso de educar al valor de la paz era un elemento fundamental en la misión educativa, entendida como obra de misericordia por la cual ofrecer a los jóvenes la certeza de que Dios los ama. El Sistema preventivo está basado totalmente en la convicción de que en cada joven hay al menos un punto accesible al bien, una cuerda que puede vibrar, para que el corazón se abra a la armonía de la bondad. Don Bosco estaba convencido de que hacía falta empezar por los jóvenes para regenerar la sociedad. Y deseaba que cada mañana se rezase por “la paz en casa”, convencido de que en la educación hace falta favorecer el clima adecuado para formar “buenos cristianos y honrados ciudadanos”. Madre Mazzarello había entendido que el camino más eficaz era el de cuidar las relaciones entre las hermanas y entre los jóvenes en un “clima de familia” animado por la presencia de María Auxiliadora. Reconocía que este clima era la base de las actitudes de serenidad y de paz, presupuesto indispensable para facilitar la participación y la corresponsabilidad también entre las niñas.

Queridas hermanas, tenemos en María y en nuestros Fundadores testimonios creíbles de la paz, del amor dado y hecho percibir a los jóvenes. Como Instituto Educativo, reafirmamos nuestra opción por la educación. Es aquí donde se ponen las bases de una cultura de la vida, de la convivencia de las diferencias, el respeto de los derechos y deberes de cada persona, de cada ciudadano. Aquí se aprende a superar los conflictos y se cultivan sentimientos de solidaridad y de paz. Juntas, como Comunidades Educadoras, queremos comprometernos con todavía mayor convicción en formar en los valores indisolubles de la vida, de la familia; en el sentido cívico, en el respeto a los derechos humanos, en la democracia.”

Que el Mensaje de la Paz, en sintonía con el camino post-capitular – sobre el cual hay que reflexionar, profundizar personalmente y desde los distintos organismos de animación local e inspectorial -, toque el corazón de todas las Comunidades Educadoras para construir un futuro duradero de paz y de solidaridad!

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