Roma (Italia). El 13 de mayo de 2024, el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora con toda la Familia Salesiana celebra la solemnidad de Santa María Domenica Mazzarello (1837 – 1881), Cofundadora del Instituto FMA, que se mostró madre de sus hijas en Mornese y -a través de cartas, oraciones y ofrenda- más alla del oceano y en los lugares donde se habían establecido las FMA.

A la comunidad de Carmen de Patagones, le escribió: “¡Oh! Qué lejos estáis de mí, pobres hijas, pero anímense, estamos muy unidas de corazón. Sí, os aseguro que os tengo siempre presentes en mi corazón, es más, os digo que sois siempre las primeras en mis oraciones” (Carta 37). Las destinatarias son Sor Ángela Vallese, Sor Ángela Cassulo, Sor Giovanna Borgna y Sor Caterina Fina. En Mornese habían compartido con Madre Mazzarello aquellos años de los que más tarde se diría: “¡Qué hermosa era la vida!”.

En realidad, la vida en Mornese era dura, tanto que Don Bosco decidió trasladar la comunidad a Nizza Monferrato, pero la presencia de Madre Mazzarello hizo que el cansancio fuera más ligero. “No se preocupa por sí misma; todo cuidado y atención son para los demás” está escrito en la Crónica (II, 285).

Su maternidad, su fe y su serenidad alcanzaron las sutilezas más inesperadas, las que conquistan los corazones más cerrados. Madre Mazzarello expresó una cercanía delicada y atenta, pero siempre orientada al crecimiento integral del otro, a ayudarlo para ser capaz de dar incluso en el sacrificio.

Las Hijas de María Auxiliadora siempre han percibido la cercanía materna de Madre Mazzarello. Algunos hechos, narrados por la Sierva de Dios Sor Antonietta Bohm (1907 – 2008), en sus “Memorias Misioneras”, escritas en el año 2000, atestiguan la “extraordinaria” cercanía de la Madre.

En septiembre de 1941, Sor Antonieta llegó a Junín de los Andes como Directora. La comunidad estaba formada por seis hermanas y sesenta alumnas internas indígenas. Allí había vivido una alumna ilustre: la beata Laura Vicuña. Pero la casa era extremadamente pobre y estaba en tan mal estado que el ingeniero que fue a inspeccionarla dijo: “Aquí María Auxiliadora las protege portentosamente”. Finalmente, la Inspectora y su Consejo decidieron iniciar la construcción de un nuevo edificio.

“Me impresionó la gran devoción de las hermanas a nuestra Beata Madre Mazzarello“, escribió Sor Antonietta,  “sintieron su protección de una manera palpable… Tenía la costumbre de cerrar todas las puertas por la noche. Sucedió que una noche vi a una hermana parada debajo de la cisterna de agua que estaba en la parte superior. Había medio metro de nieve en el patio. Le pedí a dos hermanas que fueran y la llamaran para que entrara y yo pudiera cerrar todas las puertas. Busqué una hermana mayor y una hermana joven. ¿Y qué sucedió?… Estaba a solo un metro de ellas cuando vieron que la hermana se había levantada a medio metro del suelo nevado. Las dos hermanas se arrodillaron y con entusiasmo dijeron: ‘¡Oh, Madre!’ Veo que las hermanas vuelven. Todavía podía verla desde lejos. Luego se fue. Lo repitieron una y otra vez, muy emocionados. Sabían que nuestra Santa Madre Mazzarello tenía un afecto especial por esta comunidad“.

“En otra ocasión, faltaba comida, harina de maíz, el único alimento que comíamos tres veces al día. ¿Y qué pasó? Pasaron días y días y las provisiones no llegaban. La Comunidad se encomendó a Madre Mazzarello. Manuelito preparó 7 carretas con caballos y con 7 hombres fueron a buscar la mercadería. AL regreso a Catanlill, soltaron sus caballos para que comieran y se acostaron debajo de los carros. Comenzaron a beber copa tras copa. De repente, aparece una hermana FMA y los regaña. La hermana vino con una niña; todo estaba ensamblado, los carros estaban listos y llegaron a Junín. Al cruzar la puerta, Manuelito ve la imagen de Madre Mazzarello y le pregunta a la hermana en la cocina: “¿Cómo se llama esta hermana? Nos llamó al orden en Catanlil, nos hizo buscar los caballos; Estábamos cansados y paramos y apareció ella, ¡es ella!, pero venía con una niña”. Y Sor María le dijo: “Ella es nuestra Santa Fundadora, pero ya está muerta”. En ese momento el cabello de Manuelito se puso blanco de la impresión”.

En esas “Memorias”, Sor Antonieta explica las dificultades y obstáculos que enfrentó Junín de los Andes. Las hermanas y las niñas comparten la vida, con todas sus dificultades, y un camino de santidad en la alegría salesiana. Exactamente como había sucedido en Mornese y luego en Nizza Monferrato. Madre Mazzarello, por tanto, se acerca a la comunidad de Junín de los Andes, dando testimonio de su maternidad y animándola a perseverar en la fe, la esperanza y la caridad.

Los santos se encuentran en el cielo y, a menudo, también en la tierra. Se interesan por aquellos que los llaman y los cuidan activamente. Y la Fe nos permite verlos… en la puerta de al lado. (Gaudete et exsultate, 7)

4 COMENTARIOS

  1. Un Gracias a quien pudo transcribir está presencia de M. Mazzarello. Ella nos haga descubrirla en lo cotidiano!

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