Catanzaro (Italia). El 27 de mayo de 2023, dos Hijas de María Auxiliadora de la Comunidad de Lamezia Terme (CZ), Sor Pia Caso y Sor Angela Lopardo, y Sor Roberta Pica de la Comunidad de María Auxiliadora de Soverato (CZ), junto con los dos sacerdotes de la Parroquia de San Raffaele Arcangelo de Lamezia y algunos laicos, participaron en un significativo momento de oración en el Instituto penitenciario “Ugo Caridi” de Catanzaro.

La llegada a la prisión de Catanzaro de la Croce della Misericordia, construida por los reclusos de la prisión de Paliano (Frosinone), permitió de hecho al grupo de Lamezia cruzar el umbral de la prisión de máxima seguridad y unirse a los reclusos para rezar el Rosario meditado, sobre el tema de la misericordia.

La Cruz, realizada en el laboratorio promovido por la Comunidad de Sant’Egidio en la prisión bajo la dirección de Luigia Aragozzini, profesora de iconografía, fue bendecida por el Papa Francisco el 14 de septiembre de 2019, día de la Exaltación de la Santa Cruz, y está recorriendo las prisiones italianas en una “peregrinación de la esperanza”. En el madero de la cruz están pintadas escenas bíblicas de liberación, rescate y redención, así como imágenes de madres en prisión con sus hijos.

La Cruz fue entregada por el Arzobispo Metropolitano de Catanzaro-Squillace, Mons. Claudio Maniago, a la Directora de la prisión de Catanzaro, Dra. Patrizia Delfino, al capellán, Don Giorgio Pilò, y a los agentes de la Policía Penitenciaria, para llevar a los ambientes de la prisión – los pabellones de presos, las oficinas administrativas, el área educativa, la sala del hospital – y hacer llegar a todos la bendición y el anuncio de la salvación, especialmente a los presos.

Es un gesto de cercanía a los nuevos suburbios marginados por la sociedad, una pequeña señal para reavivar la esperanza en quienes buscan la fuerza para levantarse y el coraje para recuperar la belleza de la vida. La oración compartida con los presos ante la “cruz” ofreció a todos la oportunidad de reconocer con humildad sus “errores”, de liberar el corazón de las cadenas de la indiferencia y de experimentar la certeza de que Cristo crucificado viene a tocar las heridas de cada uno y da la fuerza para empezar de nuevo, siempre y a toda costa.

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