Turín (Italia). La Comunidad Educativa del Vides Main de Turín, crecida en la escuela de sor Angela Cardani, Hija de María Auxiliadora de la Inspectoría Piamontesa Maria Ausiliatrice (IPI), la recuerda un año después de su desaparición.

En este tiempo de pandemia de Covid-19, la intuición de sor Angela que, en el 1990, en el barrio de las Vallette de la periferia Norte Oeste de Turín, dio vida al Vides Main para compartir – junto a la Comunidad FMA y a los voluntarios – la vida de la gente de los barrios populares y llevarles esperanza, permanece actual:

“Nuestra casa está donde está el pobre”, cuántas veces en estos meses de pandemia hemos sentido resonar dentro de nosotros esta frase que consideramos uno de los puntos clave de tu testamento espiritual. (…) Hace un año, el 27 de octubre de 2019, casi de puntillas te fuiste al cielo al encuentro de tu Señor. De inmediato, pero, cundió la convicción de que no nos dejarías solos para continuar tu sueño, que habitar la casa de los pobres te pondría a nuestro lado, como lo estarías al recorrer las calles de esta periferia para llevar la voz de los que se cansan para hacerse oír. Y fue verdad. Te hemos sentido compañera de viaje en llegar a las familias más en dificultad con nuestra unidad móvil, cargada de alimentos, en los gestos de solidaridad que muchos han querido cumplir para recordar lo que les habías enseñado, al multiplicarse los proyectos que han obtenido el apoyo de las Fundaciones, pero sobre todo te hemos encontrado en las palabras de tus jóvenes y de tu gente, aquella en la que has reavivado tantas veces la esperanza”.

El VIDES Main, apoyado por la Comunidad FMA B. Laura Vicuña, es una Asociación de voluntariado reconocida como ONLUS, que realiza proyectos de ayuda educativa y escolar, de animación del tiempo libre, de integración social para muchachos, jóvenes y familias, según los valores salesianos, en colaboración con las Instituciones del territorio. Un proyecto “a muchas manos”, como reconocía ella misma:

“Siento que el pequeño pedazo de historia construido en Vallette ha sido escrito a muchas manos: del Dios de la vida ante todo, de nuestra Congregación que nos ha permitido vivir esta experiencia singular, de los educadores, de las educadoras, de los voluntarios que comparten la misma pasión educativa, de las familias que se han fiado de nosotros y, ciertamente no por último, de las Instituciones”.

Mirando a los jóvenes con los ojos del corazón, sor Angela supo captar potencialidad para evolucionar, relaciones para enderezar, actitudes para descubrir, como recuerda una de las primeras chicas del Centreo “La Finestrella”,  hoy mamá: Ella nos miraba a los ojos, nos metía en el corazón y después, con cada una de nosotras hacía un proyecto, nos pedía un compromiso, nos ayudaba a soñar”.

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