Una giovinezza vissuta nel segno della fede e dell'amore
Sor Laura Meozzi

Roma (Italia). En línea con el Sínodo sobre: Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional (cf. Instrumento de trabajo nn. 213-214), en el mes de marzo, se comparte la sesta profundización sobre el camino de acompañamiento en la juventud de las Santas, Beatas, Venerables y Siervas de Dios.

Una juventud vivida en el signo de la fe y del amor

Cada opción vital está hecha de un entramado de factores ambientales, personales y relacionales. Llegado el día de la primera Profesión, Sor Laura Meozzi ha vivido en tres ambientes distintos: toscano (4 años), romano (18 años) y piamontés (3 años). En cada lugar ha encontrado personas significativas y con ellas ha tejido relaciones que la han formado, han consolidado sus opciones y la han hecho fuerte, audaz y sincera.
Su personalidad ha madurado gracias a la fe y a la educación exigente de la madre, a la delicadeza del hermano, al cariño profundo de la hermana, sin excluir el amor del padre, aunque todavía no estaba convencido del todo de su felicidad y por eso le causó algunos años de sufrimiento.

Ella llegó a ser sor Laura gracias a la sabiduría de don Federico Bedeschi, que desde el confesionario la orientaba a seguir los caminos de Dios, encendiendo en su corazón un gran fuego de amor hacia Jesús. Su acompañamiento robustece a la joven en la fe, en la paciencia y en la obediencia. El tiempo del discernimiento es denso en oración por ambas partes, y florece en la adhesión a la propuesta de orientarse hacia el Instituto de las HMA.

Llegó a ser sor Laura gracias a las relaciones profundas con tres mujeres excepcionales encontradas en Roma:

  • Maria Mazzoli, romana de origen, tres años más joven que ella, que se convirtió en una íntima amiga de la infancia y compañera de escuela. Ella la introdujo en el mundo salesiano de Roma, hizo que conociera a las HMA, la acompañaba con discreción en la búsqueda de la voluntad de Dios. Luego compartió con Laura casi toda su vida.
  • Sor Maria Casazza, joven y brillante profesora en el Instituto de las Religiosas Doroteas durante los estudios en el colegio. En la memoria de Laura y de Maria Mazzoli quedó impreso el amor y el estilo relacional de esta educadora.
  • Emma Tonini, un año mayor que ella, mujer inteligente y emprendedora que frecuentaba las bibliotecas públicas y logró conseguir el diploma, llegando a ser Profesora de Letras, pero que un día, imitando el heroísmo de S. Stanislao Kostka, dejó Roma y fue a Nizza Monferrato para ser HMA. Daba sabios consejos a las hermanas Meozzi y las animaba a seguir a Jesús como había hecho ella.

Ella llega a ser sor Laura gracias al acompañamiento de las formadoras de Nizza Monferrato:

    • Sor Marina Coppa, asistente del postulantado. “Ejemplar figura de madre buena sin debilidades, fuerte sin rigidez, alma sutilmente perspicaz, era toda para todas. Su método era el de los santos: bondad, serenidad, firmeza, y a la base de cuanto enseñaba estaba la caridad”.
    • Sor Ottavia Bussolino, maestra de noviciado, que en aquel tiempo no estaba bien de salud. Durante los Ejercicios espirituales de 1895 sor Laura escribe: “Lo que no puedo conseguir con la palabra y con la acción, lo conseguiré con la práctica de la abnegación, de la humildad y, si fuese posible, del anonadamiento de mí misma …”.

Llega a ser sor Laura sobre todo gracias a Jesús que ella busca en la fe, ama ardientemente e imita en el don de sí misma para la salvación del mundo, unificando en sí los dones recibidos de Él en vista de la misión. En efecto sor Laura Meozzi en el 1922 partirá para Polonia, donde iniciará la obra educativa de las HMA en aquel país, superando riesgos, peligros de todo tipo, pero siendo siempre madre para las jóvenes y para los niños huérfanos, fiel a su misión no obstante el drama de la guerra mundial.

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